Madre e hija me utilizan de muñeco de prácticas. - 8

Estábamos aparentemente solos en aquella playa, colocamos un enorme pareo en la arena en el que cabíamos los tres de sobras y nos tumbamos colocándome yo en el medio.Yo llevaba un bañador que Sara había encontrado en mi armario mientras que ellas íban en bikini.





Me encantaba verlas así, Sara llevaba uno azul y negro mientras que el de Paula era completamente rosa. De todas maneras sabía que no los íban a llevar puestos mucho rato...



El Sol brillaba fuerte en lo alto mientras nosotros nos poníamos cómodos a disfrutar del momento. El sonido de las olas y la temperatura cálida nos llevó a un placentero sueño reparador después de las intensas horas anteriores. 



Dormí por un tiempo indeterminado hasta que me desperté a causa de unas caricias en mi pecho.




- ¿Por qué lo miras así?- escuché decir a Sara mientras me hacía el dormido




- ¿Así cómo?- preguntó su hija




- Cariño, soy tu madre.- dijo la madre mientras notaba sus dedos acariciando mi pecho - Sé que lo que sientes por él no es solo un... ¿Como decís ahora?



Se hizo un silencio de unos segundos.



- ¿Es crush? Sí, creo que sí.- continuó Sara - Sé que para tí él es más que tu crush.



- Me da mucho cringe escucharte hablar moderno, mamá. - dijo Paula 



- ¿Mucho qué?- preguntó Sara - No me dá tiempo a aprenderme vuestras jergas.



- Déjalo, no he dicho nada. - se rió Paula



Sus caricias en mi pecho fueron deteniéndose poco a poco mientras el silencio se apoderaba del momento. Yo solo era capaz de escuchar el vaivén de  las olas en la orilla y mi propia respiración.



De golpe alacancé a reconocer otro sonido que se hacía cada vez más evidente, abrí los ojos con disimulo para confirmar mis sospechas. Madre e hija se besaban cada vez más apasionadas a escasos centímetros de mi barriga.


Esa era una imagen que siempre me alteraba el corazón y me endurecía la polla, la cual ganaba terreno con total libertad ante la escasa sujeción de mi bañador.



Sara se incorporó ajena a ese despertar para poder besar mejor a su hija recolocando su mano izquierda en un lugar donde antes solo estaba mi pierna. Ahora, en cambio, mi duro mástil hacía acto de presencia.



- Uy.- dijo instintivamente antes de comprobar con sus ojos lo que estaba tocando.- ¿Ya te has despertado cielo?



- Ehh...- conseguí decir yo algo avergonzado por no haber avisado antes.



- ¿Le hablas a él o a su polla, mamá?- preguntó Paula sabiendo la respuesta.



- Hija tienes suerte de tener un novio tan bien dotado.- contestó Sara palpando toda la forma de mi miembro a través de la tela del bañador.- Y yo soy una suegra afortunada.



- ¿Suegra?- pregunté como un bobo.



- Si vamos a decir por ahí que sois pareja debemos sonar convincentes.- contestó liberando suavemente a la bestia de su jaula.- Y no hay mejor forma para sonar convincente que créertelo de verdad, actuar como tal.



Cuando creía que empezaba a entender a Sara élla siempre conseguía romper mis esquemas. Conociéndola como la conozco... Estaba claro que tramaba algo. ¿Pero quién soy yo para oponerme a los dictámenes divinos?




- No es tan fácil, mamá.- contestó Paula.- Una cosa es el sexo y otra muy diferente los sentimientos. Eso no se puede forzar.




- No te pongas "Paulo Coelho" conmigo jovencita.- dijo acariciando toda la longitud de mi pene con la yema de sus dedos.- Que nos conocemos...


Paula bajó la mirada mientras yo asistía a toda esa historia como oyente y observador.



- Los sentimientos llegarán con el tiempo si es que aún no los tenéis.- dijo acariciando la mejilla de su hija con su mano libre.- Y no es como si os pidiera que os caseis. Anda dale un beso, cariño.


La mano de Sara guió la cabeza de Paula hacia mis labios para que me besara. La hija obedeció y se fundió en un profundo beso conmigo mientras notaba la boca de Sara en mi glande. Estaba claro que a la madre le excitaba mandar y a la hija obedecer.



Pasaron los minutos mientras difrutaba del contraste entre los suaves y tiernos besos de Paula y la salvaje mamada de Sara.



- ¿Quieres notar el sabor de la polla de tu novio en los labios de mamà?- dijo ésta 



- Si mami.- contestó Paula antes de besar a su madre.


Sabían que me volvía loco cuando se hablaban así y más si además se besaban apasionadamente a escasos centímetros de mi cara. Sara demostró saber hacer varias cosas a la vez pajeándome al mismo tiempo que me regalaba aquél show incestuoso.


Solté las partes de arriba de los bikinis de ambas con mucho cuidado, no quería alterar el equilibrio de aquél momento en lo absoluto. Jamás había tenido sexo en público y, aunque no se veía nadie alrededor, la adrenalina potenciaba mi erección.



Recuperé el control de mi polla de la mano de Sara y coloqué la punta en medio de aquél beso, ellas se sorprendieron al principio pero en seguida continuaron besándose con mi intruso entre sus labios.



Solo podía oír el sonido de las olas, el graznar de las gaviotas, de el húmedo chasquido de su  apasionado beso y mi agitada respiración que crecía como un rugido.



Sara tomó la iniciativa dejando a su hija con sus labores orales mientras ella se incorporaba y se colocaba a horcajadas sobre mi cara. Apartó hábilmente la tira de tela que cubría su orificio de entrada al paraíso y lo colocó a escasos centímetros de mis labios como quien se sienta en el sofá de su casa.



-Cómele el coño a tu suegra, cielo.- dijo Sara antes de agarrarme del pelo dispuesta a cabalgar mi cara.



Yo saqué la lengua y la dejé plana para que ella pudiera frotarse a su antojo, parecía estar subida en el típico toro mecánico de feria retorciéndose de un lado a otro utilizando mi lengua como si le perteneciera.


Su hija disfrutaba del festín que le resultaba mi polla metiéndosela cada vez más profundo en su garganta, me estaba haciendo a mi el equivalente a lo que yo le estaba haciendo a su madre. O sería así si yo estuviese haciendo algo.



Me limitaba a existir dejando que ellas hicieran lo que quisieran conmigo, me había enamorado de ser el nexo de unión entre su lujuria por tanto tiempo reprimida.



- Fóllame cielo.- ordenó su madre levantándose de mi cara.



Colocó a su hija boca arriba y se arrodilló entre sus piernas acercando su cara al coño de Paula y ofreciéndome su perfecto y redondo culo.



Los ojos de Paula me miraban entrecerrados por el placer que la lengua de su madre le estaba provocando, fué espectadora privilegiada de como me acercaba a Sara por detrás como un rey llegando a su trono.



Apoyé mi pesada polla en medio de sus nalgas disfrutando de como la todopoderosa Sara se estremecía con mi ímpetu. Dejé que se escurriera hacia abajo lentamente descubriendo primero su ano. 



Dejé caer un hilo de saliva al mismo tiempo que oía los gemidos de Paula quién seguía mirándome con su mano acariciando el pelo de su madre.



- Por ahí no cielo.- ordenó Sara estremeciéndose una vez más



- Sí, jefa.- dije yo irónicamente mientras rozaba la suave piel que tenía alrededor de aquél agujerito.



- Hablo en serio, cielo.- contestó algo más seria


Hundí mi polla en su húmedo coño sin avisar provocando que su reproche se convirtiera en un placentero gemido.



Disfruté de la risa de Paula que seguía utilizando a su madre para estimularse ante el show que le estaba ofreciendo yo. Me ponía muy cachondo sentir que ambos estábamos utilizando a Sara por primera vez.


Ésta se limitaba a intentar mantener la concentración para seguir comiéndole el coño a su hija mientras recibía mis salvajes embestidas. Parecía estar en trance encantada de ser el centro de atención y su coño recibía, bien húmedo y caliente, a mi fálico visitante que entraba y salía como un taladro.



Ya no podía oír las olas del mar, las gaviotas parecían haberse ido como si estuvieran escandalizadas por nuestros actos. El sonido percutor de mi abdomen contra sus nalgas y los gemidos ahogados de Sara inundaban el momento haciéndome ser consciente, por primera vez, que estábamos en una playa pública.




Instintivamente giré la cabeza hacia la derecha dirigiendo mi mirada hacia unos matorrales relativamente cercanos. No vi nada pero, de golpe, me sentía observado.



Los estruendosos gemidos de Sara me devolvieron a la realidad. ¿Ya se había corrido?



- Fóllatela a ella ahora. - dijo ésta incorporándose para ponerse boca abajo encima de su hija



Sus labios volvieron a funirse mientras yo me recolocaba para la nueva situación. La imagen de los coños de madre e hija uno encima de otro era suficientemente hipnotizante para quitarme las paranoias de la cabeza.



Conecté mi polla al coño apretado de Paula mientras me deleitaba con la imagen que tenía ante mi. Pude identificar los gemidos que le provocaron mi entrada entre los sonidos de su apasionado beso.



He de decir que el coño de la hija era mejor que el de la madre, parecía succionar y escupir mi polla de una manera que me convertía en adicto. Y el ver a su madre encima de ella moviéndose al vaivén de mis embestidas solo me provocaban más fuego.



Me arriesgué a abofetar el poderoso culo de Sara en alguna ocasiones disfrutando de su fiera mirada entre beso y beso. Su hija gemía descontrolada entre la boca de su madre disfrutando de la sumisión del momento.


Incrementé la velocidad y la violencia de mis movimientos llevando a Paula al abismo. Su madre lamía el cuello y las mejillas de su hija mientras ésta se corría entre gritos y espasmos.


La saqué lentamente de dentro de Paula y golpeé con ella el coño de Sara antes de meterla sin avisar. La madre lo recibió de buen grado dispuesta a dejarme follármela un rato más mientras volvía a besar a su hija temblando con cada golpe. 


Antes de que Paula pudiera recuperarse del orgasmo volví a utilizar su agujero para envolver mi taladro intercambiándolo con el de su madre alternativamente.



A Sara pareció encantarle y sonreía orgullosa dejándose hacer mientras su hija seguía 5 metros por encima repitiendo un inentiligible mantra que se intensificaba cada vez que le tocaba a a ella recibir a mi duro huésped.



De golpe me pareció escuchar un ruido a mi derecha, entre aquellos malditos árboles. Miré rápidamente y me pareció ver algo que se movía, quizas solo fué el viento pero volvía a sentirme observado.




Sara se percató de mi desconcentración por lo que se incorporó hacia mi ofreciéndome sus perfectas y enormes tetas. Era algo que nunca fallaba, a los pocos segundos olvidé cualquier sospecha y mi mundo pasó a ser solo un prieto coño y un par de tetas.




Emebestía desbocado contra el cuerpo de Paula mientras mis manos estruajaban y amasaban las tetas de su madre quien me acariciaba el pelo orgullosa por como me estaba follando a su hija.




- Parece que a mi yerno le gustan mis tetas...- se burló




Yo contesté tumbándola boca arriba al lado de su hija y abriendo sus piernas para follármela. Tras unos segundos de vuelta a la realidad, Paula se asomó a la boca de su madre para disfrutar del show.



Empecé a embestir haciendo un movimiento de gancho con las caderas al final del recorrido que provocaba que las tetas de Sara se tambalearan de arriba a abajo de una forma poética. Ésa era mi intención y con eso me iba a correr 


Volví a poner el automático en mis movimientos percutores mientras jugaba con aquellas masas de materia divina, su hija se unió al juego jugando también con las tetas de su madre mientras me las follaba.



- Normal que le gusten tanto mami, menudos tetotes tienes.- dijo Paula a su madre mientras me miraba en busca de mi reacción



- Oh, joder.- dije instintivamente mientras resoplaba



Paula empezó a lamer y mamar el pezón de su madre sin dejar de mirarme a los ojos, el peso de aquellas tetazas le golpeaba en las mejillas cada vez que yo embestía y aún así se mantenía ahí tratando de sacar una leche que ya jamás saldría de aquellas ubres.


Eso fue lo que me llevó al límite. Saqué apuradamente mi polla del coño de Sara antes de que escupiera toda su carga llenando de chorros espesos y blancos la barriga y las tetas de la madre así como la cara de la hija que seguía amorrada a aquél rosado pezón.



Notaba mis piernas temblar mientras vaciaba mis huevos en aquella playa antes de tumbarme exhausto en medio de mis chicas.



Sara fué directa a besarme como si estuviera dándome la enhorabuena por correrme tanto mientras Paula apartaba las gotas de mi semen de sus párpados.


- Vaya como nos has dejado.- se quejó orgullosa Sara.- Dejémosle descansar cariño, vamos al agua a quitarnos todo esto.



De golpe la calma volvió a reinar después de la tormenta, las olas del mar y el sonido de las gaviotas volvieron a inundar el momento. Sentía paz absoluta, tanta que volví a dormirme.



No sé cuánto dormí, solo sé que cuando me despertaron el sol ya estaba muy bajo.



- Vamos cielo, volvamos a casa.- me dijo Sara acariciando mi flequillo



Me levanté adormilado recogiendo mis cosas cuando de golpe vi claramente la figura de una persona moviéndose tras los arbustos.



- ¡Eh!- grité instintivamente- ¡Eh, tú!



La figura desapareció mucho antes de que yo me acercara, madre e hija vinieron tras de mi extrañadas por mi repentino comportamiento.



Cuando llegué al escondite del voyeur tras los arbustos pudimos ver una pequeña banqueta que el tío se había dejado al salir corriendo así como un rastro de sospechas gotas en la arena.



- ¿Qué ocurre cielo?- preguntó Sara al ver todo aquello



- He visto una persona aquí, creo que nos ha visto hacer... Todo lo que hemos hecho.- dije yo con tono serio



- Bueno, parece que ha hecho algo más que "ver".- dijo Paula señalando las gotas



Volvimos al coche para iniciar el largo camino a casa, me tocó conducir a mi mientras madre e hija se acurrucaban acarameladas en el asiento de atrás.


El incidente del voyeur nos llevó a hablar de las relaciones amorosas y de como de abiertos a terceras personas estamos. Sara opinaba que se veía incapaz de compartir a su hombre.



- Pues bien que no te importa compartir su polla conmigo.- se burló su hija



- Contigo es diferente cariño, además él es tu hombre no el mío.- corrigió Sara



- Pues a mi no me importaría. Si a mi chico le gusta otra chica y a mi también... ¿Qué problema hay?- reflexionó Paula en voz alta



- ¿Ves cielo?- me dijo Sara.- Con ella te ha tocado la lotería.- aseveró antes de besar a su hija en la frente.





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