Madre e hija me utilizan de muñeco de prácticas. - 4



Pulsé el timbre de la casa de Sara notando los nervios atacar mi barriga. ¿Qué error podía haber cometido en la factura? Había intentado ajustar al máximo el presupuesto para que le saliera lo más barato posible como forma de agradecimiento por lo bien que me habían tratado.


- ¡Hola cielo!- me dijo Sara mucho más amable de lo normal mientras abría la puerta- Me has pillado tomando el sol.




Llevaba un elegante (y escueto) bikini rosa en la parte de arriba que envolvía aquél poderoso par de tetas que Dios le había dado mientras que en la parte de abajo vestía un minúsculo short tejano azul. 


 - ¡Wow!... esto, hola Sara.- dije torpemente haciendo un esfuerzo titánico para mantener mi vista fuera de aquellos melones


- Pasa, no te quedes ahí.- dijo ella haciendo botar inconscientemente sus atributos.- He preparado mojitos.


Seguí el hipnótico vaivén de aquél enmarcado culo hasta donde quisiera llevarme, ver a Sara tan amable me tranquilizó a la vez que mi polla reclamaba cada vez más espacio debajo de mis pantalones.


- ¡Cariño, baja!- gritó ella tras indicarme que me sentara en el sofá.- ¡Ya ha llegado Marc!


- ¡Sí mamá!- se oyó decir a Paula a través de las escaleras


- Dame un segundo cielo,- me dijo suavemente Sara- enseguida estamos contigo.


- Sí, sí claro.- me apresuré a decir mientras veía como se marchaba hacia la cocina- Sin problema.


Estuve allí sentado durante unos segundos, recordé que en aquél sofá fue donde me follé a Sara por primera vez y donde su hija nos pilló. Pese a eso me seguía sintiendo muy nervioso en aquella casa, siempre se me planteaban situaciones que me sobrepasaban totalmente. Pude ver un sobre en la mesa con mi nombre. ¿Sería mi dinero?


- Hola Marc.- la suave y tierna voz de Paula me sacó de mis pensamientos.

Vestía una corta y ajustada falda a juego con un top de color claro y a rallas que evidenciaba la ausencia absoluta de sujetador, no me costó identificar aquellos perfectos pezones a través de la tela. Al mirarle a los ojos ella sonrió juntando sus brazos y apretando aquellas maravillas la una contra la otra.

"Esta familia tiene unos genes perfectos en cuanto a crear tetas" pensé irremediablemente


- Hola Paula, ¿Cómo estás?- dije advirtiendo una creciente confianza en los ojos de ésta


- Muy bien, gracias.- me dijo antes de sentarse a mi lado. Esta noche he quedado con mi amiga Clara para salir de fiesta y estoy un poco nerviosa.


- ¿Y eso por qué? Salir de fiesta es una de las mejores cosas de tener tu edad.- dije intentando sonar comprensivo


Era la primera vez que Paula me sacaba tema de conversación.


- Es que... Nunca he ido a ninguna discoteca y bueno, me da un poco de vergüenza.- dijo ella agachando la cabeza.


- No te preocupes por eso, se te pasará con la primera copa.- dije antes de levantar su cara suavemente con mi dedo índice- Te lo pasarás muy bien, estoy seguro.


- Es que...- empezó a decir Paula


- Es que nunca ha probado el alcohol.- interrumpió su madre apareciendo cargada con tres mojitos en las manos.- Pero su primera vez será con su madre.


Paula la miró un tanto asustada.


- No te preocupes, el tuyo lleva muy poco ron.- dijo Sara antes de sentarse a mi otro lado y repartirnos las copas.


Pasamos unos minutos bebiendo aquél dulce manjar mientras aconsejábamos a Paula sobre lo que se iba a encontrar. Se notaba que le intersaban más mis palabras que las de su madre puesto que ésta parecía estar bastante desfasada en cuanto al ocio nocturno moderno.

Cuando quise darme cuenta ya tenía mi segundo mojito en la mano y, a diferencia del de Paula (que aún seguía con el primero), los míos sí que llevaban bastante ron.

Todos los nervios del principio habían desaparecido y me encontraba realmente agusto, Sara estaba hoy especialmente encantadora mientras que Paula siempre lo había sido. Además tenía el espectáculo de aquellos dos pares de tetas a mi alcance, tan diferentes y a la vez tan perfectos a su manera.

Mi imaginación volaba a toda velocidad recreando situaciones en mi mente en las cuales utilizaba aquellas bendiciones a mi antojo para darme placer. Y como no, mi polla reaccionó.


- Bueno Sara, creo que tenías algo que decirme sobre el evento - dije yo recolocándomela disimuladamente.- ¿No?


- Ah sí, es por la factura. Faltan cosas.- contestó ella dejando su copa en la mesa


- ¿Qué quieres decir?- pregunté descolocado


- Solo me has cobrado el servicio de catering pero no el de coach.- dijo escuetamente antes de agarrar el sobre que había encima de la mesa.

- ¿De... coach?- volví a preguntar


Sara no contestó, se limitó a darme el sobre para que lo abriera.


Dentro se podía notar un fajo de billetes y una hoja din a4 plegada. Al desplegarla vi que era la factura que le había pasado pero modificada.

Había un nuevo concepto, "coaching"  el precio del cual era más que la cantidad que le había pedido por el evento. 


- No entiendo.- dije yo notando el peso de los billetes



- Nos has ayudado mucho Marc, tanto por la fiesta como por todo lo demás así que he pensado que lo justo era pagarte por ello.


- Pero esto es mucho dinero Sara, no puedo...


- Ni se te ocurra acabar esa frase.- dijo antes de forzarse a sonar amable.- La parte del catering te la pagaré por transferencia para que puedas declararlo.


- Pero yo no os ayudé para que me pagarais... -dije yo algo avergonzado


- Lo sé cielo, y es por eso que lo mereces aún más.- dijo ella acariciando mi cara.- Paula está ahora mucho mejor que antes de que llegaras a nuestras vidas y yo también.


Miré a Paula sin saber que decir.


- Es cierto,- me dijo ésta- mamá yo estamos más unidas que nunca.- concluyó sonriendo


- Mi hija jamás había salido con sus amigas como va a hacer esta noche, por ejemplo.- añadió Sara.


- Me alegro de corazón de haber sido de ayuda, y no puedo decir que no haya sido un placer ayudaros pero no os puedo cobrar por ello. Ese no es mi trabajo.


- Pero podría serlo... Si tú quisieras.- dijo Sara intentando convencerme


- ¿Cómo?- dije yo sin entender nada


- Estoy dispuesta a contratarte a tiempo completo cobrando esa cantidad que tienes en el sobre cada semana.- dijo ella- O lo que haga falta para que puedas dejar la empresa y dedicarnos tu tiempo... Al menos por una temporada.


- ¿Y qué concepto pongo en la factura, "prostitución"?- dije yo algo molesto.


- "Coaching emocional"- dijo Paula mirándome a los ojos


Pude ver su ansia por que yo dijera sí, y pensándolo fríamente era un ofertón. Pero había algo que me mosqueaba, dejar todo el trabajo que había hecho durante años no era algo que me apeteciera. Además que me pagaran por tener sexo me hacía sentir sucio aunque fuera con aquellas dos diosas.


- No sé chicas, agradezco que hayáis pensado en mi para todo esto y debo reconocer que sois muy generosas...


-¿Pero?- preguntó Paula preocupada


- Pero necesito un tiempo para pensarlo, es todo muy precipitado.


- Lo entiendo.- dijo suavemente Sara- Hagamos una cosa: tú te lo piensas y si te animas hacemos una prueba durante un tiempo. Si pasados 3 meses no te convence deshacemos el acuerdo y te pago la cantidad que consideres para recuperar tu negocio.


- ¿Y si sí me convence?- pregunté yo imaginando la respuesta


- Entonces seremos una familia feliz.- dijo Sara agarrando a Paula suavemente.- ¿Verdad cariño?


- Sí mami.- contestó ésta antes de besar apasionadamente a su madre justo delante de mi.



Sus labios se rozaban juguetones mientras sus lenguas se entrelazaban en un jugoso baile incestuoso, las dos gemían levemente provocando aún más dureza debajo de mis pantalones.



Paula pareció darse cuenta y, cogiendo por primera vez la iniciativa, me desabrochó la bragueta con tanta dulzura que no pude oponerme.


- Igual podemos ayudarle a que se decida.- le dijo a su madre antes de liberar del todo mi palpitante polla y metérsela en la boca.


- Claro que sí cariño.- contestó Sara con una mezcla de orgullo y excitación en la cara.


Paula mantenía su boca llena con determinación mientras su madre me miraba complacida. Podía leer un "mira lo bien que le sienta tu polla" en sus ojos mientras acariciaba cariñosamente el mechón de pelo que a su hija molestaba.


Era evidente que Paula parecía otra persona, la confianza en sí misma que demostraba en sus habilidades de come pollas evidenciaban que estaba soltándose cada vez más. Notaba su lengua recorrer mi glande al mismo tiempo que acomodaba cada vez más de mi polla en su garganta con cada acometida.


Sara acercó su cabeza a la de su hija colocándose a escasos centímetros de mi pubis dispuesta a esperar su turno. Yo mientras me relajaba en aquél cómodo sofá disfrutando del delicioso regalo que madre e hija me estaban dando.


Paula se atragantó de más al atacar con demasiado ímpetu por lo que instintivamente se la sacó de la boca para recuperarse a lo que su madre aprovechó para tomarle el relevo. Estoy seguro que estaba deseando saborear los restos de la saliva de su hija en mi polla.


Paula me miraba complaciente con ojos acuosos causados por su reciente atragantamiento mientras de sus lujuriosos labios rebosabasn hilos de saliva.


No pude evitar meter mi dedo pulgar en aquella boca que hacía unos segundos había estado dándome placer a lo que ella reaccionó chupándolo apasionadamente dispuesta a conplacerme.


Ya no sabía si lo hacía para convencerme o porque le gustaba verse sometida. Quizás era una mezcla de ambos factores.



Pasados unos segundos, cuando ví que ya se había recuperado, acerqué su cabeza a la de su madre. Sara lo entendió y volvió a cederle el puesto a su hija pero yo le mantuve la cabeza allí donde estaba.



- Compartidla entre madre e hija.- ordené yo por primera vez



Sara me miró unos segundos en los que pude ver como aquello le excitaba demasiado como para no hacerlo así que me hizo caso.


Con la mano izquierda agarraba la nuca de Paula mientras con la derecha hacía lo propio con la de su madre. Mientras ellas besaban a la vez toda la longitud de mi mástil de arriba a abajo. Cuando llegaban al glande sus labios se juntaban en un beso envolvente que me causaba auténticos fuegos artificiales de placer.



Paula parecía una chica obediente dispuesta a dar todo lo que tenía dentro para complacerme mientras que su madre se asemejaba a una fiera peligrosa obedeciendo a sabiendas que me podía comer en cualquier momento.


Por ahora le servía compartir mi polla con su hija porque era evidente que que aquello le encendía un incendio interno pero no era una mujer a la que le gustara verse sumisa.


De golpe me sentía poderoso, me la estaban chupando para convencerme de aceptar su propuesta.


Hice que fuera Paula la que la tuviera en la boca en aquél momento antes de empujar su cabeza hacia abajo para volver a buscar lo más profundo de su garganta.

Ella se dejaba hacer deseosa de ser utilizada por mi y de hacernos sentir orgullosos, con facilidad hice desparecer tres cuartas partes de mi miembro dentro de su linda cabeza antes de moverla haciendo juego para disfrutar de los chasquidos húmedos de su garganta.


Sara la miraba embobada como si aquella fuera la imagen más cautivadora de la historia, probablemente lo era. Liberando su cabeza llevé mi mano derecha también a la cabeza de Paula antes de llevarla arriba y abajo cada vez más rápido, sus ojos se llenaban de lágrimas a la vez que su boca era violada sin compasión.


Cuando noté que no podía más la dejé salir deslizándose de su boca antes de chocar contra la cara de su madre que seguía ahí, inmóvil.

El pollazo pareció devolverla a la realidad y lo hizo cazando con sus labios mi mástil dispuesta a darme su réplica. Y que réplica.



Sin ayuda de mis manos engulló toda mi polla haciéndome notar sus labios en mi abdomen. Pero yo quería más, quería follarme su boca a mi antojo. Sentirme el dueño de su boca aunque fuera por una vez.


Mis manos fueron directas a su cabeza dispuestas a hacerle trabajar a tope para convencerme. Le impedí que se la sacara de la tráquea antes de ser yo el que le indicara que le daba permiso para volver a subir.


Sus ojos me miraban inquisitivamente pero seguía obedeciendo, volví a empujar hacia abajo para adentrar de nuevo mi polla en su garganta pero esta vez de una forma más brusca.


El sonido húmedo de su garganta sonó de golpe al mismo tiempo que las primeras lágrimas brillaban en sus ojos. Y lo siguieron haciendo cada vez más con todas y cada una de mis acometidas.


La garganta de Paula era mucho más apretada y estrecha mientras que la de su madre era más profunda y experimentada pero ambas eran exquisitas.



Ahora era la hija la que apartaba suavemente el pelo de su madre para que no le molestara mientras me follaba su boca, cuando ya no pudo más me dio dos palmadas en el muslo para hacérmelo saber.


Lentamente dejé que la anaconda saliera de la cueva antes de quedarse erguida y amenzante completamente embadurnada de la saliva de Sara.


Ella, astuta como nadie, liberó sus imperiales tetas del bikini cortando mi aliento por un segundo. A la vez indicó a su hija que hiciera lo mismo por lo que en un segundo tenía aquellos perfectos pares de tetas a la vista.


 
Mis manos fueron directas a aquellos tesoros, la izquierda hacia las de Paula mientras que la derecha hacia las de su madre. A día de hoy sigo sin saber decir cuales eran mejores.


Las de Sara eran moldeables y pesadas moviéndose y aoretándose en mi mano derecha, las de Paula eran más turgentes y suaves pero evidentemente más pequeñas que las de su madre.


- ¿Cuáles te quieres follar primero?- me preguntó Sara antes de agarrar mi mano y meterse mi dedo índice en la boca.



- Empieza tú Sara, enséñale a tu hija como se hace.- ordené yo encantado de mandar por una vez


La mamá se arrodilló entre mis piernas mientras yo le indicaba a la hija que me acercara sus pechos a mi boca. Mis manos magreaban y estrujaban aquellas perfectas pelotas anti estrés mientras notaba como las masivas tetas de Sara envolvían mi polla.

Podía notar su peso y calor en mi abdomen a la vez que mi mástil quedaba aprisionado enmedio de aquellas maravillas. Sin duda Sara había nacido para hacer cubanas, sabía como estrujar mi polla y llevarme al paraíso con un sencillo movimiento de su tronco.


Combinaba constantes periodos de sube y baja antes de descansar liberando mi glande bien cerquita de su boca, cuando eso ocurría sabía como abrazar la sensible piel de mi capullo con su jugosa lengua antes de volver a empezar.


Llevé la cabeza de Paula hacia mi glande para que fuera ella la que se encargara de lamerlo cada vez que su madre lo dejara a la vista. 



Dios daría cualquier cosa por poder vivir toda una vida en ese momento.



Sara besaba tiernamente a su hija sin dejar de mover sus tetas alrededor de mi polla mientras que Paula se encargaba de hacerme notar el calor húmedo de su boca en mi glande todo amenizado por la banda sonora del palmeteo constante de los pechos de la mamá en mi abdomen y el rechupeteo de los labios de la hija.


Notaba que si no iba con cuidado podía correrme más rápido de lo que me gustaría y el no llevar yo el ritmo me ponía las cosas más difíciles.


Con decisión, me levanté quedándome con Sara arrodillada delante de mi. Coloqué otro cojín en el suelo para que Paula se arrodillara al lado de su madre quien seguía manteniendo mi polla prisionera entre sus pechos.


Me daba la sensación de que Sara quería demostrar que sus tetas eran mejores que las de su hija, como si esa competición le excitara. Yo a esas alturas ya me creía cualquier cosa.

Introduje mi pulgar izquierdo en la boca de Paula para que lo chupara mientras agarraba, con la derecha, el hombro de su madre para mantenerla fija.


Cuando me sentí confiado inicié el lento movimiento percutor asegurándome que recorría todo el camino que las enormes tetas de Sara me ofrecían. Era delicioso notar como se separaban al paso de mi glande hasta dejarlo aparecer tímidamente por encima.


Además me volvía completamente loco tener a madre e hija absolutamente dispuestas a complacer mis deseos.


Cuando me di cuenta ya estaba embistiendo a Sara sin compasión haciendo que mi flecha recorriera aquél camino más rápido mientras que ella las mantenía bien apretadas para mi mirándome con cara de suficiencia.



De golpe Paula se sacó mi mano de la boca y la colocó en su pecho, su turgencia y tamaño contrastaban con la masividad de las de su madre. Pero lo hacían de una forma que me volvía loco. 

Acaricié cariñosa y condescendientemente el flequillo de Sara para premiarla por su buen trabajo antes de abalanzarme sobre los pechos de su hija.


Paula rió ante mi ataque sabiendo que su artimaña había funcionado, y siguió riendo mientras la empujaba contra el sofá para wue se tumbara boca arriba.


Me puse a horcajadas encima de ella acercando mi amenazante mástil a sus bamboleantes tetas, en el primer roce de mi glande con su pezón ya pude ver que aquellos pechos era tan especiales como los de su madre.



Jamás he tocado nada más suave que aquello, noté como se endurecían con el baile que la punta de mi polla había iniciado con ellos. Lentamente dejé caer un hilo de saliva encima de ellos antes de esparcirlo con mi herramienta como si fuera un pincel. Aquellas bolsas de la lujuria se movían diabólicamente temblando como gelatina cada vez que mi polla las aporreaba sintiéndose la protagonista del momento.


De golpe vi a Sara sentarse en el sofá justo a nuestro lado, se había quitado el pantalón y, tras abrirse de piernas, se introducía un dildo mientras disfrutaba del espectáculo que le estábamos dando.


La idea de que aquello le excitara tanto, de que el ver como un tio utiliza a su hija para su propio placer le incitara a masturbarse... Era demasiado para mi así que me forcé a no pensarlo más. No necesitaba mas estímulos.

Me encantaba mover los pechos de la hija con mi polla de un lado al otro disfrutando de ver como volvían rápidamente a su firma y posición original.

Agarré las perfectas tetas de Paula con mis manos y las apreté la una contra la otra para crear una buena zona donde meter mi polla. Ella se estremecía de placer gimiendo con mis bruscos movimientos sin dejar de mirarme complaciente a los ojos.







No conseguí hacer desaparecer mi mástil como sí había hecho su madre, pero no era algo que me preocupara en absoluto. Había suficiente masa para ofrecer resistencia al paso de mi polla y su turgencia hacía que aquél camino fuera casi mejor que el que me había ofrecido Sara.


No lo sé explicar, siendo dos pares de tetas tan diferentes conseguían encender y satisfacerme por igual.


- ¿Te gustan las tetas de mi hija, cielo?- me preguntó Sara acelerando el ritmo del dildo.- ¿Te gusta follártelas?- gimió


- Joder, sí que me gusta sí.- rugí yo incrementando la potencia de mis embestidas


Paula me seguía mirando con aquella carita que tan loco me ponía mientras me ayudaba, a duras penas, a mantener sus tetas posicionadas para ser violadas por mi polla.



- Saca la lengua.- ordené a Paula


Ella obedeció a lo que contesté escupiendo en su boca antes de hacer llegar mi glande a ella.


- Buena chica.- dije antes de agarrar su cabeza con mi mano izquierda para acercarla aún mas a mi polla.


Se oían mis rugidos, los tímidos gemidos de Paula y los alocados gritos de Sara que parecía entusiasmada por mis acciones.


Volví a apretar sus tetas con mis manos asegurándome que ya no se podían apretar más, me enloquecía ver sus pálidos pechos enrojecidos por toda la acción y aplastados alrededor de mi glande. Era hipnotizante ver como aparecía y desaparecía deformando aquellas angelicales tetas.


Estaba listo para correrme, dispuesto a dejar aquellas tetas completamente embadurnadas por mi leche. Ese iba a ser mi premio de buena chica para Paula pero los gemidos de Sara corriéndose me hizo cambiar de idea.


La mamá se estremecía de placer alrededor del dildo sin dejar de mirarnos ni un segundo.



- Poneos de rodillas otra vez chicas,- me apuré a decir- quiero llenaros las tetas de leche.



Ambas obedecieron al instante arrodillándose delante de mi cada una en sus puestos. Los pechos de la mamá caían majestuosos e imperiales mienbtras que los de la hija desafiaban rebeldes las leyes de la gravedad.


Los aporrée uno a uno con mi polla antes de masturbarme rozando mi glande con sus pezones. Había tantas cosas que hacer y tan poco tiempo.


Sara me debió ver algo nervioso por lo que tomó la iniciativa haciendo que mi polla quedara atrapada entre sus tetas y las de su hija. Una imagen de las que no se olvidan, una más.



Coordinadamente empezaron a moverse de maner que estaban consiguiendo hacerme una cubana a cuatro tetas, notaba el diferente juego de texturas y tamaños que se complementaban a la perfección llevándome al abismo.



Rescatando mi polla de entre aquél mar de tetas, reemprendí la paja final dispuesto a vaciar mis huevos encima de tanta belleza.


Y así lo hice chorro tras chorro, llenando de gruesas y goteantes rayas blancas aquellos divinos pares de tetas. Los tres gritábamos y gemíamos al unísono cada vez que la anaconda soltaba su veneno glaseando de arriba a abajo aquellos portentos de la naturaleza.


Al quedarme vacío caí rendido sobre el sofá admirando la obra de arte que acababa de hacer. Madre e hija me miraban con las tetas enrojecidas y glaseadas, podía ver en sus ojos el convencimiento de que tras todo eso iba a aceptar su propuesta.


Paula se acercó a mi tras unos segundos y volvió a amorrarse a mi polla tratando de cuidar de ella mientras volvía a la normalidad.


- Si aceptas puedes venir a vivir aquí,- dijo Sara sentándose a mi lado.- podríamos hacer cosas así cada día.- dijo con la mirada perdida acariciando el pelo de su hija.


Paula seguía lamiendo y besando mi menguante polla como si fuera la última que iba a ver mientras yo me sentía plenamente feliz.


Qué coño, llevo muchos años currando sin parar y me merezco unas vacaciones. Y más si es conviviendo con semejantes ángeles.


- Sí quiero.- dije yo abruptamente



"¿Sí quiero? Joder soy imbécil, en un segundo he perdido toda la autoridad que había conseguido."




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