Madre e hija me utilizan de muñeco de prácticas - Capítulo 3

Aquella noche dormí poco. No dejaba de repasar todos los preparativos de la fiesta e imaginarme posibles situaciones para estar preparado para cualquier circusntáncia. Todo tenía que salir a la perfección. 


Sara había invitado a los padres de los pocos amigos que Paula quiso traer así como el grupo de sus propias amigas, en definitiva habían muchos potenciales clientes con dinero. 


 Además esperaba que si todo salía bien me volverían a dejar formar parte de su peculiar terápia. Tenía una constante erección por todo lo ocurrido los días anteriores, sentía que los acontecimientos me arrollaban y que no acababa de procesarlo del todo. 


Jamás había tenido un especial fetiche por el tema madre/hija pero se acaba de despertar una parte en mi que desconocía. No podía quitarme la imágen de Sara besando apasionadamente compartiendo toda la saliva que la intrusión de mi polla le había provocado. 


 La pasión de Sara para con su hija me había descolocado tanto como la sumisión de ésta. Era una combinación explosiva de la que yo me quería aprovechar todo lo que me dejaran.


 Llegué a su casa con el equipo de camareros un par de horas antes de la fiesta para empezar a preparalo todo, Sara ya estaba vestida para la ocasión con un vestido de auténtico infarto de color claro. Ajustado, largo (por decir algo) hasta mitad de muslos y con un escote asesino que provocó que mis camareros (y yo) se quedaran petrificados un segundo al verla. Decir que era un tanto arriesgado para una fiesta de cumpleaños es quedarse un poco corto pero ya iba en la linea del que llevó el día anterior, esa Sara tan provocativa y dominante era una faceta totalmente nueva para mi. 



Y me tenía enamorado. 



 La saludé viendo en sus ojos la satisfacción por atraer así nuestras miradas y les indiqué a los camareros donde montarlo todo


   - ¡Cielo!- me reclamó Sara desde el otro lado de la habitación. 


- ¿Sí?- contesté girándome hacia ella 



 




 Sara me regaló una fugaz imágen de sus tetas apretadas entre sus manos haciendo que se desbordaran escandalosamente. Me dió un vuelto al corazón,tanto por lo bello de la imágen como por lo peligroso del momento. 


 - Si me necesitas para cualquier cosa, estaré arriba.- me dijo antes de marcharse.- Con Paula.- añadió criminalmente 


 - Va... vale.- dije haciendo un esfuerzo sobrehumano- No te preocupes. 



 Era una tarea titánica estar concentrado en mi trabajo sabiendo lo que podía estar pasando allá arriba, al menos por lo que mi calenturienta mente imaginaba que pasaba.


 Tras hacer unos vergonzosos movimientos de paquete para recolocar mi rebelde polla, conseguí llevar a cabo todos los preparativos de la fiesta. Son tan aburridos que no os los voy a explicar, tan aburridos que me permitieron tranquilizarme y ser productivo.



 Todo estaba saliendo bien así que de golpe me vi ocioso y con ello volvieron los malos pensamientos. 


 - ¿Sara?- dije desde abajo de la escalera que subía a las habitaciones.- Ya está tod...- dije al no tener respuesta 


 - ¡Sube!- ordenó la voz de Sara 


 Creo que nunca había subido una escalera tán rápido. 



 - Decía que ya está todo listo para que lleguen los invitados.- dije avanzando nervioso por el pasillo de puertas cerradas. 


 - Estamos aqui,- escuché a Sara detrás de la primera a la izquierda.- entra. 


 Toqué dos veces con mis nudillos antes de abrir la puerta lentamente, estaba jodidamente nervioso. 



 - Pasa cielo, no tengas miedo.- me animó Sara




Era la habitación de Paula, estaban ambas sentadas en la cama y Paula estaba completamente desnuda. 


Mi cara debió ser un poema digno de la Generación del 27 porque ambas parecieron muy satisfechas a su manera. Pude ver el fuego en los ojos de Sara que no dejaba de intercambiar miradas entre mis ojos y los de su hija, parecía querer extraer cada mililitro del momento. 


Paula, en cambio, no me quitaba los ojos de encima con aquella curiosidad que había visto fugazmente en nuestros anteriores encuentros. De hecho ,y por primera vez, sentí que aquellos dulces ojos me intimidaban. Es digna hija de su madre. Y joder, que buena está. 

 Pese que ya me había corrido dos veces delante de ella o sobre ella, ésta era la primera vez que la veía absolutamente desnuda. Llevaba el pelo lacio y suelto enmarcando a la perfección su angelical cara que contrastaba con ese cuerpo hecho para el pecado. 



 - Perdón.- conseguí decir al cabo de demasiados segundos 


 - No pasa nada cielo, pasa que nos tienes que echar una mano.- dijo Sara suave pero firme 



 El doble sentido era evidente y por unos segundos me planteé la idea de bajarme los pantalones pero esta vez decidí por pensar un poco antes de hablar y actuar. 


 - Va... vale.- dije poniendo cara de circunstáncias pero sin quitarle los ojos de encima a Paula 


 - Es que mi hija duda del gusto en cuanto a moda de su madre y no quiere ponerse el conjunto que le he preparado. 


 - No es que no quiera ponérmelo,- se quejó Paula- solo digo que es un tanto provocativo. 


 - Póntelo al menos para que Marc lo vea.- dijo su madre guiñándome el ojo- Ya sabes cuánto nos está ayudando creo que deberías saber su opinión. 



 Paula accedió al verme conforme y entró en el vestidor, la vi desaparecer contoneándose con una seguridad que no le había visto antes. Cuando volví a la realidad descubrí a Sara mirándome con un orgullo auténtico en los ojos dando golpecitos a su lado para que me sentara en primera fila. 



 Obedecí y ella me agarró de la mano emocionada como si su hija estuviera punto de salir a la función de teatro del colegio, no me lo decía pero estaba claro lo agradecida que estaba conmigo por estar ayudando. Como si no fuera yo el suertudo de los tres. 



 Paula apareció al cabo de un par de minutos con un conjunto de dos piezas con una tela fina como de lentejuelas brillantes, no sé no soy bueno para discernir esas cosas solo sé que "me guuuuuuuuusta".

 

Una mini falda de tiro alto arrapada a juego con una especie de elegante corset sin tirantes que enmarcaba a sus perfectas tetas en un esote en V. Volví a sentirme enamorado por segunda vez aquél día. 


 - ¡Wow!- dije sin poder articular más 


 - ¿No es demasiado?- me preguntó Paula sonriendo por mi reacción 


 - ¿Demasiado què?¿Molón?- preguntó su madre 


 - Se lo digo a él.- le riñó su hija- Y porfavor, no digas "molón". 


 - Estás absolutamente perfecta, Paula.- dije yo simplificando 

 - Awwwww, qué mono.- dijo Paula girándose y mostrándome su perfecto culo


El puto timbre cortó la mágia del momento, los putos invitados habían llegado. Salimos de la habitación sabiendo que ambas se reían de mi por la erección que tenía en ese momento. " Y ahora me tengo que poner a currar" pensé mientras me dirigía a la cocina. 


 Todo salió bien, los invitados se divirtieron, la comida gustó y Paula parecía otra persona. Todo iba tan bien que pude escuchar una conversación entre Sara y una amiga suya en la que hablaban de mi, bueno... de mi empresa.

Escuché como Sara se ponía algo posesiva conmigo y tengo que reconocer que me gustó. La fiesta avanzó y llegó el momento de los regalos, Sara le regaló un coche nuevecito a su hija antes de prometer otro regalo sorpresa que le iba a hacer durante ese día. Al hacerlo me miró fugazmente haciéndome sentir literalmente el regalo.



 Y por fin terminó, los invitados se marcharon y mis camareros empezaron a recoger. Mi ansiedad crecía a la par que el calor en mi abdómen pero madre e hija habían desaparecido, sabía que estaban por la casa pero yo no podía verlas. 


Cuando todo estuvo recogido les indiqué a mis trabajadores que se marcharan y me limité a esperar pacientemente. No podía marcharme sin decir nada pero tampoco era nadie para moverme por su casa como si fuera mia así que decidí enviarle un mensaje. 

 "Sara ya está todo recogido y mis trabajadores ya se han ido. Si no me necesitas para nada más me marcho." 


 "Sube" 


 Casi al sprint recorrí el trecho que me llevaba a la puerta de la habitación de Paula detrás de la cual podían escucharse unos suaves gemidos. 

Toqué dos veces en la puerta antes de abrir. Paula, completamente desnuda, estaba tumbada en su cama con las piernas abiertas hacia mi. Sara, desnuda también, estaba entre las piernas de su hija besándole suavemente el vientre. 


 - Le estoy dando su regalo.- dijo antes de bajar su cabeza hasta la entrepierna de Paula- Desnúdate y ven aquí. 



 Yo no contesté, me quité la ropa con más prisa que maña disfrutando del espectáculo, Paula gemía algo más fuerte mientras su madre le lamía la parte interna de sus muslos. 


Me reporté al lado de mi clienta favorita absolutamente preparado para el servicio, Sara sonrió para darme la bienvenida y me agarró de la cabeza para ponerla a escasos centímetros de los labios vaginales de su hija. 


 Paula se estremeció ante aquello y continuó haciéndola al notar la respiración suave y cálida que mis labios expiraban a quemarropa contra su deliciosa y húmeda entrada al paraíso. 


Podía saborear de antemano el manjar que estaba a punto de saborear, se podía notar la expectación en el ambiente las ansias por todas las partes de que por fin Paula notara mi lengua dentro de ella. 


 Era como esos escasos segundos anteriores a un gol importante, esos en los que ves la pelota dirigiéndose a cámara lenta hacia la esquadra de la portería. 


 De golpe escuché los gemidos, ya descarados, de Paula sin siquiera haberla tocado. Me miraba con ojos implorosos absolutamente rendida a ese momento mientras su madre me acariciaba cariñosa pero impacientemente el pelo. 


 Acerqué mis labios apoyándolos con delicadeza contra los suyos y con un movimiento tímido y suave le hice notar la humedad de mi lengua dentro de su vagina. 



Pude notar el temblor en sus piernas que acompañó al gemido más alto de la noche hasta ese momento así como la risa nerviosa de aprobación de Sara detrás de mi. Yo era el protagonista y lo echaba de menos, además era la primera comida de coño que Paula iba a recibir y tenía que asegurarme que fuera memorable así que decidí tomarme todo el tiempo del mundo. 



Saboreé la poca eséncia que mi lengua había recolectado antes de lamer de forma plana sus labios vaginales, Paula esta chorreando y yo simplente contribuí a esparcer toda esa humedad. Le besé tiernamente la bóveda de la entrada de su coño antes de alejarme lentamente besando su ingle. 


Podía notar su impaciencia y los espasmos que las sensaciones que mis besos le provocaban. Me permití el lujo de levantar la cabeza un segundo para ver sus ojos antes de dirigir la atención de mi lengua a su ansiosa vagina. 


 Volví a lamer dos veces de abajo arriba su raja entrando un poco más profundo en su interior antes de dejar mi lengua plana abriendo sus labios, los pequeños movimientos que hacía mi boca en aquella postura provocaban movimientos temblorosos en sus piernas y muchas más humedad en su interior. 


 Introduje lenta pero inexorablemente mi exploradora lengua dispuesto a buscar, esta vez sí, lo mas profundo de su ser, estaba completamente amorrado a su pubis asegurándome que Paula recordara aquella sensación por el resto de su vida. 


 Tras unos segundos saboreando cada recoveco de su tesoro y dedicándole especiales cariños a su clitoris, Sara me sacó la cabeza de allí para besar apasaionadamente mi boca. Se notaba que quería saborear a su hija a través de mi y aquello hizo que mi polla empezara a later. 


Lo que más me excitaba de todo era ver lo cachonda que se ponía Sara con su hija, me encantaba ser el instrumento de aquella conexión. La madre colocó mi cabeza en sus tetas antes de amorrarse al coño de su hija, tuve que apartar varias veces su pezón para poder ver ( y creer) lo que estaba pasando. 


Sara demostraba que no era la primera vez que se comía un coño mientras que su hija cerraba los ojos sin dejar de gemir. Ojalá hubiera tenido más ojos y más bocas en aquél momento. 


 Me di un festín con las tetas de Sara mientras disfrutaba del espéctaculo que era el "regalo sorpresa", mi polla estaba absolútamente olvidada y aún así latía impaciente dispuesta a soltar el veneno cuando se necesitara. 


La experimentada madre se dió cuenta y me la empezó a palpar como quien comprueba el género en una frutería. 


 - Seguro que te encantaría meter todo eso  dentro de mi hija.- me dijo levantando sus tetas de mi cara 

 - Pues sí, ¿para que te voy a engañar?- me sinceré esperanzado 


 - Eso es para una lección más avanzada,- se burló Sara mientras me pajeaba.- Pero es una pena desperdiciar esto. 


 La jefa nos dió órdenes y a los pocos segundos yo estaba tumbado boca arriba en la cama con Paula sentada en mi cara, yo no podía ver más que su coño mientras notaba a su madre jugar con mi palpitante mástil. 


 - Gírate hacia mi cariño,- dijo Sara- quiero verlo. 


 Su hija obedeció dándome unos segundos para comprobar que Sara se estaba colocando a horcajadas encima de mi polla, la visión se me tapó a la vez que notaba el calor húmedo del interior de Sara al ensartarse. 


 Madre e hija me cabalgaban utilizando mi polla y mi lengua respectivamente para satisfacerse a su antojo mientras se miraban, yo no podía ver nada pero joder, me imaginaba que se estaban besando como posesas y, probablemente, lo estuvieran haciendo. 

 Yo apenas podía mantener el ritmo con mi lengua en los bajos de Paula quien se movía adelante y atrás como en trance, Sara hacía lo mismo consiguiendo que mi polla fuera y viniera desde lo más profundo de sus sentrañas. 

Una orquestra de gemidos se dejaban oir a través de las prietas nalgas de Paula quién se movía cada vez más espasmódicamente hasta empezar a temblar encima de mi cara. Pude saborear como se corría usando mi boca antes de desplomarse exhausta contra su madre quien seguía cavalgándome como a un potro. 


 Paula se bajó de la atracción y besó a su madre para darle las gracias, Sara le indicó que me las diera a mi tambien sin dejar de follarme. La obediente hija se acercó desde mi dercha y me besó tiernamente en los labios, su dulzura contrastaba con el lujurioso festín que se estaba dando su madre delante. 


 Tenía tantos frentes abiertos, tantas fuentes de placer, que me obligaba a aguantar sin correrme pese a lo cachondo que iba. Mi subconsciente me bloqueaba para poder seguir disfrutando de aquello por lo que Sara se corrió primero entre espasmos y gemidos. Digna madre de su hija.


 Paula no dejaba de besarme suavemente mientras yo me preocupaba por si Sara decidía dejarme así ahora que me había corrido. Mis sospechas se incrementaron cuando se desensartó tumbándose a descansar entre mis piernas. 


Yo no podía mirar ya que las delicadas manos de su hija me mantenían la cabeza fija hacia sus besos así que mi ansiedad creció durante los eternos segundos que tardó uno de mis sueños en cumplirse. 


 - Cielo, hoy te lo has ganado.- escuché decir a Sara 


 Cielo era yo así que había ganado algo y quería cobrar mi premio, agarrando suave pero firme la cabeza de Paula le di un profundo beso antes de apartarla y poder ver que estaba pasando. 


 Las tetas de Sara colgaban majestuosas por encima de mi dura polla antes de aplastarla, la miré a los ojos como un niño que le han regalado lo que quería por Navidad y me acomodé para disfrutar. 


 Sara dejó caer un hilo de baba de manera milimétrica entre sus tetas antes de moverlas de un lado a otro haciendo prisionera a mi polla, la cual se podría decir que tiene síndrome de Estocolmo ya que me hacía notar que ya no podía aguantar más. 



 Sara colocó sus manos una a cada lado de mi pecho dejando que fuera yo el que metiera el instrumento en medio y las mantuviera juntas, cosa que hice con demasiado ímpetu. 

Aquellas perfectas massas de carne eran demasiado para mí y para todo lo ocurrido, acomodaban mi miembro de una manera deliciosa haciendo de perfectas anfitrionas cada vez que me las follaba. 


 Tantas y tantas pajas imaginando este momento, tantas y tantas veces pensando en cómo sería... Pues resulta que era incluso mejor por lo que al minuto de empezar mi sueño me vi abocado al irremediable abismo de la eyaculación. 


 Cómo aquél que acelera cuando se va a chocar yo intensifiqué el ritmo antes de correrme ,temblando como el que más, entre sus tetas como quien rellena una tarta de leche condensada. 


Suavemente liberé la tensión de sus pechos y todo mi semen cayó desparramado en mi abdomen mientras las perfectas tetas de sara se llevaban su parte como medalla. Paula no había dejado de mirarme a los ojos ansiosa por saber por qué las tetas de su madre conseguían darme tanto placer. 


 Sara alcanzó una toalla y limpió toda mi corrida de mi abdomen antes de bajarse de la cama, yo me quedé exhausta tumbado durante unos instantes en los que Paula no dejó de besarme. Se veía una chica más alegre que la de hacía unos días, al menos no tenía esa capa de timidez que le hacía estar siempre nerviosa. 

 - Bueno pues ha ido todo bien.- la voz formal de Sara me sacó del momento zen- Como siempre muchas gracias por todo cielo. 



 - Sí, muchas gracias Marc.- me dijo Paula antes de besarme por última vez y marcharse al baño. 


 - No tenéis que dármelas.- me sinceré yo- Me alegro que haya ido bien. 


 - Mándame la factura al e-mail.- dijo Sara con ese tono casi profesional que tenía a veces 


 - Sí por supuesto, no te preocupes.- conseguí decir mientras me vestía. 


 Al día siguiente le envié la factura tal y como habíamos quedado, al hacerlo me sentí triste porque era el final de aquella aventura. 



 "Marc soy Sara, creo que has cometido un error en la factura. ¿Cuándo te puedes pasar por casa para hablarlo?"


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