Chantaje a la madre de mi amigo.



Capítulo 1: Alcohol, trapos sucios, sumisión y un pacto con el diablo.



Helena es la madre de uno de mis mejores amigos, Jorge. Crecí jugando con su hijo y era amiga íntima de mi madre. Numerosas veces me quedé a dormir en su casa jugando a la play hasta altas horas de la madrugada. Cuando tuve edad de fijarme en las mujeres Helena rápidamente se convirtió en una de mis fantasías recurrentes a la hora de explorar mi sexualidad. En aquella época ella estaría alrededor de los cuarenta, alta, con curvas, el pelo largo y castaño. Era muy atractiva, pese a sus facciones duras que contrarrestaban con una mirada dulce. Me quedé prendado de sus tetas, ya que siempre he sido un amante de esa parte de la mujer. A veces he pensado que ella fue el motivo de esa obsesión.

Solía vestir blusas escotadas o con transparencias evidenciando unos pechos grandes y naturales que mis ojos calenturientos no podían dejar de mirar. 

Mi madre siempre nos explicaba que a Helena y a su marido les gustaba frecuentar locales de intercambio de parejas y saberlo solo hacía que añadirle morbo a aquella mujer.

Más adelante mi madre y Helena iniciaron un negocio de ropa juntas y pasados unos años descubrimos que llevaba tiempo robando dinero de la empresa. Hubo una fuerte discusión y se cortó toda relación excepto mi amistad con Jorge que siguió intacta. Pese a que yo conozco la historia del robo Jorge no sabe nada porque su madre no quiso explicárselo. Siempre he creído que sacarle el tema solo podría envenenar nuestra amistad por lo que yo también me callé.

Pasaron los años y yo me hice adulto, en una de las celebraciones de mis 25 años (es lo que tiene tener diferentes grupos de amigos) me encontraba cenando en un restaurante en el centro de mi ciudad junto a mis amigos de la universidad. La idea era cenar y luego salir a tomar una copa de forma bastante improvisada. El problema es que en aquella zona no había mucho local de fiesta más allá de bares al uso, lo único que parecía algo similar a una discoteca era un local conocido por ser la zona de fiesta de la gente más mayor. Al pasar por delante nos pareció que sería divertido entrar a ver el panorama, el local era bastante oscuro pero la música estaba sorprendentemente bien. Allí había una mezcla de hombres y mujeres de entre 40 y 50 años pasándolo bien, tan bien que nos contagiaron y acabamos dándolo todo en la pista de baile. Pasó el tiempo y tanto baile me dio sed, además seguro que un poco de alcohol (un poco más digo) no haría daño así que me dirigí a la poblada barra y conseguí pedir mi copa relativamente rápido. Mientras esperaba que me la sirvieran me quedé pensando en todas las mujeres con las que había bailado y en que no me importaría follarme a algunas de ellas. Nunca había estado con una mujer considerablemente mayor que yo y era algo que me daba mucho morbo, y con la valentía que me daba el alcohol empecé a pensar que quizás aquel era el día para hacerlo.


  • ¡Hombre! ¿Pero tu qué haces aquí, te has perdido?- una voz femenina que me resultaba muy familiar me interrumpió el pensamiento con un susurro en mi oreja.

Me giré instintivamente y vi a Helena apoyada en la barra a mi lado. Habían pasado años desde la última vez que la vi. Vestía un vestido negro con tirantes atados en la espalda, como de terciopelo que le llegaba por encima de las rodillas, era muy escotado y ceñido y dejaba ver que había ganado unos kilos en estos 10 años pero que mantenía sus curvas. Bueno no solo las mantenía si no que eran más exuberantes, sus tetas parecían más grandes de lo que recordaba y caían imperiales sin control de ningún sujetador llamando mi atención irremediablemente. Parecía que había salido de caza y no pude evitar la misma sensación de cuando supe que practicaba intercambio de parejas.

  • ¡Helena!- dije yo sorprendido- Bueno estoy con unos amigos celebrando mi cumpleaños, que fue la semana pasada.
  • ¡Ah si, ya me lo dijo Jorge que ya lo celebrasteis. Pues felicidades atrasadas- dijo ella intentando sonar amable
  • Gracias- contesté yo un poco cortado porque no podía dejar de mirarle las tetas. 
  • Pues yo he venido con las amigas a bailar un poco- dijo ella intentando mantener la conversación.
  • Bien hecho, no está mal este sitio. Bueno ya nos veremos.- dije yo

Aquella señora le había robado dinero a mi familia y no me apetecía seguir hablando con ella así que di por acabada la conversación, cogí mi copa y me dispuse a salir de allí.

Noté que me cogió suavemente por el brazo y me susurró:

  • Siento todo lo que pasó y me gustaría poder arreglar las cosas con tu madre.
  • Este no es el momento- le contesté yo apurado
  • Dame tu número y mañana hablamos. Por favor déjame arreglarlo.- me suplicó

Yo, que quería salir de allí y que cada vez me sentía mas incómodo porque Helena me había pillado varias veces mirándole las tetas, acepté y le di mi numero para alejarme rápidamente. Me sentía tan incómodo que convencí a mis amigos para irnos a otro local donde acabar la fiesta.

Y eso hicimos unas horas más tarde. Me encontraba en mi coche vergonzosamente bebido dispuesto a recorrer los 5 minutos de trayecto que me separaban de mi casa, eran las 6 de la mañana y no había nadie por las calles. De golpe noté que mi teléfono vibró en mi bolsillo, lo saqué y vi un whatsapp de un número que no conocía.

“¿Aún estas despierto?”

“He bebido demasiado para coger el coche, aquí no hay nadie y no llevo dinero”

“Si estas por aquí sería genial que me pudieras acercar a casa, no quiero despertar a Martín y que me vea así.”

“Soy Helena, por cierto”

Yo lo leía sin desbloquearlo, realmente no sabía que hacer. Por un lado me daba mucho palo tener que conducir en ese estado mas de la cuenta, por el otro era la madre de un amigo y , para que engañarnos, no había ligado nada y tenía ganas de volver a ver aquellas tetas antes de ir a dormir.

“Si estoy cerca, te recojo en la puerta del local en 5 minutos”

“Genial, muchas gracias!”

Guardé el teléfono y me dirigí hacia donde había quedado con Helena que me esperaba de pie justo delante del local. Me dio mucho morbo verla allí porque parecía una prostituta de carretera que espera que alguien la recoja. Llevaba puesto un abrigo de pelo con capucha que le llegaba justo a la misma altura del vestido por lo que parecía que fuera desnuda debajo de él. Sin duda el rencor que sentía contra ella por robarnos se había mezclado con los restos de la obsesión que tuve de pequeño con sus tetas creando unas deliciosas ganas de follármela salvajemente hasta dejarla exhausta, penetrada por todos lados y cubierta de semen. O bueno quizás era el alcohol.

Ella entró al coche y se quitó el abrigo dejándolo en el asiento de atrás, yo cada vez miraba con menos disimulo como aquellas enormes tetas se movían libres de un lado al otro. Arranqué y me fui de allí esperando poder mirar mucho y hablar poco. Ella me dio las gracias y me dijo que ya hablaríamos de lo de antes en otro momento que ella no estuviera borracha. Yo accedí y le sonreí como respuesta, a lo que ella volvió a darme las gracias por todo y a decirme la suerte que tiene su hijo de tenerme como amigo.

  • No necesitas hacerme la pelota, te llevo a casa porque eres la madre de Jorge y se que él haría lo mismo- contesté yo un tanto rudo.
  • Lo sé… gracias otra vez- contestó ella bajando la cabeza.

Se le veía un poco afectada por el alcohol pero yo no es que fuera mucho mejor. Noté que se me quedó mirando como si quisiera decirme algo más. 

  • Creo que me estoy mareando un poco, para aquí por favor- dijo ella señalando un parking de un pequeño mirador de la ciudad que hay de camino a su casa.
  • Si claro, ¿estás bien?
  • Un poco mareada, nada más.

Le hice caso y aparqué el coche justo al lado de unos árboles. Ella abrió la puerta corriendo y empezó a abanicarse con su pequeño bolso, al hacerlo sus tetas se tambaleaban de un lado al otro en un vaivén que llamaba mi atención como una luz a una polilla.

  • Yo también me he pasado un poco bebiendo -dije yo para intentar concentrarme
  • Es que hacía tiempo que no salía y he perdido la práctica- se justificó ella

Inclinó el asiento para atrás y se tumbó de lado con los ojos cerrados apretando con sus brazos una teta contra la otra que parecían desbordarse del vestido. 

  • Si te encuentras peor dime algo- le dije yo suavemente
  • Solo necesito cerrar los ojos un rato- dijo ella sin abrirlos
  • Está bien, no hay prisa- contesté yo reclinando mi asiento también.

Al hacerlo toda la borrachera se me subió a la cabeza haciendo que por unos instantes todo diera vueltas así que, imitando a Helena me tumbé de lado hacia ella. En aquella postura podía ver sus tetas desbordarse sin que ella se diera cuenta.


Además pasados unos minutos parecía que se había quedado dormida y toda aquella situación era demasiado morbosa para el calentón que yo llevaba acumulado durante toda la noche. Mi polla empezó a molestarme por debajo de mis pantalones, crecía y crecía con el pensamiento de todas las cosas que le haría a aquellas tetas. La idea de masturbarme allí delante de la madre de mi amigo empezó a rondarse por mi cabeza.

  • ¿Como vas?- pregunté yo no muy alto para no despertarla

No hubo respuesta, solo su respiración profunda. Un chute de adrenalina recorrió mi cuerpo al pensar lo que estaba apunto de hacer, cuidadosamente me desabroché el pantalón y metí mi mano para acomodar y manosear mi creciente pene. Reaccionó rápido por el morbo de la situación y creció demasiado para poder seguir masturbándome así. Silenciosamente bajé mis pantalones lo suficiente para poder liberar a Willy que ya lucía en todo su esplendor. Me empecé a masturbar imaginando poder meter mi polla entre aquellas tetas que se apretaban la una contra la otra a escasos centímetros de mi.

Aquello era la hostia y parecía que ella dormía borracha sin enterarse de nada.

Así continué durante minutos disfrutando del momento y de la erección que aquello me había provocado, hasta que de golpe vi como su brazo izquierdo se movía lentamente hacia abajo de su vestido.

Unos escalofríos recorrieron mi cuerpo, estaba claro que se estaba tocando y evidentemente era porque no estaba tan dormida como yo creía. Instintivamente dejé de masturbarme y me quedé en silencio a lo que ella respondió moviendo su brazo derecho lentamente hasta coger mi polla con su mano. Ninguno de los dos hablaba, yo me dejaba hacer y ella sin moverse masajeaba lentamente mi polla de arriba abajo con su mano derecha mientras la izquierda frotaba su coño. 



Ella me miró como para decir algo pero no lo hizo, yo le acaricié el flequillo suavemente para luego meterle dos dedos en la boca los cuales ella empezó a lamer y chupar haciendo unos gemidos sordos que me ponían a cien. Con mi mano libre amasaba sus tetas que descansaban una encima de la otra sorprendentemente aún prisioneras de aquel vestido. Me ponía muy cachondo verlas desparramarse, su tacto era suave y blando pese a notarse dos enormes masas de carne moldeable que me pedían a gritos que las usara para envolver mi polla. Helena no dejaba de pajearme cada vez más enérgicamente mientras su boca ya engullía casi toda mi mano demostrándome sus habilidades de comepollas. Y las iba a poner en práctica.

Sin decir nada bajé del coche y la fui a buscar llevándola hacia la parte delantera desde donde se veían todas las vistas del mirador. Era imposible que alguien nos viera. La senté encima del capó y me abalancé contra sus tetas apretándolas la una con la otra y metiendo la cabeza en medio, era un placer notar los golpes de las tetas de la madre de mi amigo que tantas pajas me habían provocado en la infancia. Sin quitarle los tirantes se las saqué de aquel escote dejándolas colgar en todo su esplendor.

Sus pezones eran del tamaño de una galleta oreo y me miraban de una forma desafiante así que los junté y me los metí en la boca mientras ella ya había vuelto a encontrar mi polla con sus manos. Se notaba que había salido esa noche con ganas de comer tranca y yo se la iba a dar. La cogí suavemente por la cara y la miré a los ojos para ver que su mirada seguía teniendo esa confianza que te da creer que lo tienes todo controlado. La besé apasionadamente para luego meterle el pulgar en la boca y escupirle dentro mirándole a los ojos. Su expresión cambió, se estremeció a lo que contesté abofeteándole la mejilla y empujando de su cabeza para abajo para que empezara a comer. La mirada de confianza pasó a ser de sumisión y obediencia junto con un morbo evidente.

Se puso de cuclillas apoyando su espalda en el morro de mi coche sin soltar mi pene en ningún momento y cogiéndolo por la base se metió el glande en la boca. Notaba el calor húmedo acariciar mi piel y la rugosidad juguetona de su lengua en mi frenillo, me miró a los ojos mientras recorría todo lo largo de mi dura polla hasta llegar a mis huevos. Los lamió, besó y chupó mientras mi mástil reposaba en su mejilla esperando turno, me ponía a mil que me siguiera mirando a los ojos esquivando mi polla. Después de asegurarse de dejar mis testículos bien mimados recorrió el camino de vuelta hacia mi glande metiéndoselo en la boca, rápidamente noté su lengua hacer diabluras mientras sin apartar la mirada engullía centímetro a centímetro la polla del mejor amigo de su hijo.


Consiguió hacer desaparecer poco más de la mitad dentro de su boca antes de atragantarse y volver a sacársela dejando un hilo de saliva, sin decir nada marqué con mi dedo su último intento y lentamente lo bajé hasta unos 3 centímetros de mi abdomen indicándole sin hablar que tenía que ir más profunda. Nos miramos durante unos instantes luchando por el control de la iniciativa, y debí ganar yo porque en seguida volvía a tener mi polla en su boca. Esta vez consiguió llegar a mi dedo con dificultad y se quedó mirándome con ojos llorosos para hacerme ver que lo había conseguido, le acaricié el flequillo para cogerle después por la nuca manteniendo casi toda mi polla en su garganta durante unos segundos en los que la obligaba a quedarse ahí.

Le solté la cabeza para que respirara y escupiera todas las babas que le atragantaban, lo hizo volviéndome a mirar con aquella cara de sumisión y morbo que me volvía loco. Mi respuesta fue cogerle la cara por la boca y volver a escupirle entre la nariz y los ojos, ella gimió de placer instintivamente y al abrirlos su expresión distaba mucho de aquella superioridad. Estaba claro que a los dos nos ponía convertir aquello en un castigo y estaba dispuesto a aprovecharme. Alargué mi mano derecha y le aparté suavemente el flequillo de su cara para cogerla después bien fuerte por el pelo haciéndole una coleta y tirando ligeramente hacia abajo para que abriera bien la boca, con mi otra mano le metí mi polla hasta su garganta. Ella me cogió por las nalgas haciendo fuerza para que se la metiera más adentro. Su cabeza apoyada contra el capó recibía mis cada vez más fuertes embestidas. Mi mano derecha seguía en su pelo mientras que mi mano izquierda magreaba sus colgantes tetas ya liberadas de su vestido. Sus babas colgaban de su boca, las cuales ella escupía las pocas veces que yo se la sacaba de su cuello. Necesitaba hacerlo para poder respirar de vez en cuando, cosa que yo aprovechaba para restregar con fuerza mi duro y empapado pene por sus suaves mejillas y nariz. Su cara se deformaba deliciosamente cada vez que mi glande golpeaba su cara. Ella gemía sin parar intentando sacar los excesos de saliva que caía en su canalillo lubricándolo. Tras un rato así su rímel se había corrido desde sus ojos y mi polla campaba a sus anchas por su garganta. Se la estaba tragando entera y notaba sus labios en mi abdomen y mis huevos en su barbilla cada vez que mi pene violaba su boca. 

Helena se dejaba hacer lo que quisiera presa del alcohol y de un placer por la sumisión que me dio la sensación que ella misma desconocía; yo, no menos borracho, me aprovechaba de la situación y cumplía mis más oscuros deseos. Ninguno de los dos decía una palabra, supongo que tampoco había nada que decir. Yo estaba fuera de control y llegados a ese punto estaba claro que no iba a parar así que la levanté cogiéndole por las tetas y le hice gestos para que se quitara las bragas. Obedeció y rápidamente se presentó delante de mi con las tetas desbordando por arriba y el vestido subido por encima de su cintura dejando ver una raja rasurada y sorprendentemente prieta.



Con mi mano izquierda le acaricié su mejilla para premiarla por ser una buena puta a lo que ella respondió chupando mi dedo pulgar. Introduje dos dedos de mi mano derecha en el agujero que había al final de aquella raja rasurada, estaba muy mojada y caliente así que no me costó introducirlos enteros. Ella los recibió de buen grado gimiendo sin dejar de chuparme el pulgar. Aceleré progresivamente el ritmo mientras mi mano izquierda apretaba sus mejillas cada vez más fuerte, estaba claro que le gustaba que la sometieran y eso mismo quería hacer.

Bruscamente la giré y la empotré contra el capó boca abajo dejando sus dos agujeros a mi disposición, sus nalgas abiertas daban la bienvenida a mi polla para que me diera el festín, y lo empecé abofeteándole la nalga izquierda justo antes de introducir mi duro pene hasta el final de su húmedo coño. Ella gimió en un grito e intentó incorporarse pero no la dejé volviéndola a empotrar contra el capó justo antes de equilibrarme bien (difícil con el nivel del alcohol) y empezar a bombear cada vez más profundo y salvaje poniendo en apuros la amortiguación de mi coche. Estaba desplomada contra el capó y se limitaba a gritar y gemir sin parar recibiendo mis salvajes embestidas en las que demostraba abiertamente mi poco interés por su bienestar, para enfatizarlo le agarré del pelo con mi mano izquierda mientras con la derecha le abofeteaba sus nalgas que botaban al ritmo de mis salvajes acometidas.

Ninguno de los dos decía una palabra, solo se oían los gemidos de Helena y el constante palmeteo de mi abdomen contra su culo, no hacía falta hablar porque la situación era clara: esa noche la madre de mi mejor amigo iba a ser mi putita obediente deseosa de satisfacer todos mis deseos a cambio de mi silencio. Y lo mejor de todo es que no había hecho falta decírselo sino que además aquello parecía excitar a Helena que gemía sin parar disfrutando de ser maltratada por el mejor amigo de su hijo. La verdad es que alguna vez le escuché decir que a ella no le gustaban más jóvenes porque le excitaba la experiencia, ahora estaba bien sumisa disfrutando como una perra de ser dominada por el mejor amigo de su hijo. Su culo recibía golpe tras golpe de mi abdomen haciendo que mi polla violara su coño mientras sus tetas se movían aplastadas contra el capó totalmente liberadas de un vestido que ya solo le cubría la zona de la barriga y la espalda.


Necesitaba ver como aquellas tetas, que tantas pajas me habían sacado en mi infancia, botaban desbocadas mientras me la follaba así que hice que cambiara de postura tumbándose boca arriba encima del capó. Le cogí las piernas abiertas apoyándolas cada una en mis hombros y volví a meter bien profundo mi pene en aquel agujero húmedo y caliente que lo aceptaba de buen grado. Le junté los brazos para recoger sus bamboleantes pechos en medio y acelerando el ritmo de mis embestidas gocé de ver como temblaban arriba y abajo desbocadas a causa de la violencia con la que me la estaba follando. Ella gritaba sin pudor sin mirarme a los ojos como en trance mientras yo le apretaba y amasaba sus pechos con una mano y con la otra le cogía del cuello.

Estirándole del pelo la levanté del capó y le indiqué que se volviera a poner de cuclillas, quería volver a ver su cara de puta deformada por mi polla. Ella obedeció sin rechistar evitando mi mirada y se la metió en la boca sin pensárselo, parecía avergonzada por estar disfrutando de que todo aquello pero dispuesta a satisfacerme hasta el final le hiciera lo que le hiciera. Y lo que le iba a hacer era follarme su boca como hacía unos instantes estaba haciendo con su coño así que le aparté las manos de mi polla y apoyé las mías en mis caderas mientras las movía de atrás a adelante cada vez más profundo.

Ella, con las manos entre sus piernas y sus brazos apretando sus tetas, se la tragaba como una profesional aguantando mis estocadas mientras solo se oía el ruido húmedo de su garganta siendo penetrada. Apoyé mi mano derecha en su cabeza manteniéndola fija para empujar mi cintura lenta pero firme haciendo entrar gran parte mi polla dentro de la cara de Helena. Notaba la deliciosa resistencia de su garganta en mi capullo por lo que con mi mano izquierda le cogí también por la barbilla moviendo su cabeza de atrás a adelante de forma compulsiva. 

Se atragantó de más por lo que la saqué de su boca, mientras ella soltaba sobre su pecho todo el exceso de babas que le había provocado yo aproveché para abofetear su cara con mi pene. Cuando se recuperó ella misma volvió a abrir la boca para mi ofreciéndomela con la mirada. Yo sonreí mientras le cogía la cabeza con las dos manos para seguir violando aquella garganta sin piedad.

Se volvió a atragantar demás y volvió a escupir toda la saliva que se manchaba su vestido y resbalaba en medio de sus tetas. Las tenía muy olvidadas cuando eran el principal motivo de mi excitación por Helena, innumerables veces había fantaseado con poder follármelas en una buena cubana. 


Con mi mano izquierda le cogí su teta haciendo que se incorporara levemente mientras con mi mano derecha utilicé mi pene como una porra para golpear aquella moldeable masa de carne. Con esa misma herramienta recuperé toda la saliva que resbalaba para colocarla bien centrada en medio de sus tetas. Ella lo entendió rápidamente y las apretó con sus manos aprisionando mi pene en medio. En su mirada podía volver parte de la confianza que había visto al principio, y así empezó a balancearlas de arriba a abajo cada vez más rápido llevándome a la locura. Si le dejaba llevar la iniciativa me correría en segundos y quería alargar aquello al máximo.

Le cogí la mejilla introduciendo el pulgar en su boca mientras con la otra mano le cogía del hombro para que dejara de moverse, no lo hizo por lo que instintivamente le abofeteé la cara. Ella respondió obedeciendo con un gemido y dejando que fuera yo el que embistiera a mi ritmo.

Mi dedo pulgar derecho fue por enésima vez a parar a su boca el cual ella aceptó feliz dándole apasionados chupetones. Mi mano izquierda fue a parar también a su cara introduciendo mi otro pulgar en el mismo sitio que su hermano derecho. Ella compartía sus lametazos entre los dos y yo aproveché que la tenía bien cogida para aumentar la intensidad de mis acometidas y mi polla aparecía ocasionalmente entre aquellas enormes bolsas de lujuria que se movían caóticamente cada vez que mi pene las golpeaba.

En aquella postura no me costó venirme arriba rápido pegando mas fuerte contra las tetas de Helena que estaba cada vez mas apoyada en el capó y apenas podía mantenerlas bien juntas para mi ímpetu. Le aparté las manos de un manotazo dejando que sus pechos se desparramaran para cogerlas con mis manos desde las axilas y hacerlas chocar con mi polla en medio. Ella se dejaba hacer disfrutando de que el mejor amigo de su hijo jugara así con sus tetas.

Aplasté mi polla en medio de aquellas masas de carne todo lo fuerte que pude iniciando de nuevo mis embestidas cada vez mas intensas. Vibraban al ritmo de mis golpes creando una sensación que te hacía querer dar más fuerte por lo que rápidamente estaba acometiendo como un toro desbocado envalentonado por los gemidos cómplices y acompasados de Helena que se limitaba a no moverse y mirarme con cara complaciente. 

Pero tanto ímpetu conllevaba el problema de tener que estar constantemente recolocando mi pene que se salía de su camino. Le cogí de las muñecas y se las puse en sus hombros haciendo que sus tetas se apretaran con los codos y antebrazos, ese nuevo agarre las mantenía prisioneras y sin escapatoria para que yo pudiera dejarme ir.

El rítmico y acompasado palmeteo del choque de mis muslos contra su cuerpo y mi abdomen contra sus tetas era cada vez más escandaloso, a ella no parecía importarle ya que además gemía cada vez más fuerte sin dejar de mirarme implorante a los ojos mientras se lamía los labios sin parar dejando su boca abierta. Instintivamente mi mano derecha fue a parar a su cabeza haciendo que mi glande entrara en su boca cuando sobresalía de entre sus tetas añadiendo un toque húmedo a la sinfonía de ruidos.

Yo embestía brutalmente chocando bien fuerte contra el cuerpo de Helena que se las apañaba como podía para aguantar y mantener el hueco de entre sus tetas bien prieto y húmedo para mi polla, aquello me hizo llegar al éxtasis y estaba a punto para correrme. La saqué de entre sus pechos y me empecé a pajear encima de su cara mientras con la mano izquierda le cogía del pelo para que no se moviera.

El primer chorro le inundó la nariz de arriba abajo entrándole en su ojo derecho, ella se estremeció y gimió sorprendida. El segundo chorro voló por encima de su nariz y aterrizó en su frente y su pelo, el tercero quedó colgando enganchando entre su nariz y su mejilla derecha. El resto se lo esparcí por sus labios golpeando sus mejillas y metiéndosela hasta su garganta de nuevo para que me la dejara bien limpia. Ella me miraba sin apenas poder abrir los ojos y riendo como una puta, mi polla morcillona pero cada vez mas floja recibía los cuidados de su lengua mientras veía mi corrida resbalar por toda su cara. 

Sacudí mi pene encima de ella para apurar las últimas gotas y me alejé de ella para vestirme y entrar en el coche, ella hizo lo mismo no sin antes limpiarse con un kleenex que encontró en su bolso. Cuando estuvimos listos los dos volvimos al trayecto de vuelta a su casa.

Yo me encontraba mucho mejor, notaba una sensación de bienestar total pero se notaba la tensión en el ambiente.

  • ¿Te encuentras mejor?- dije yo para romper el silencio
  • Eh, si gracias. Tomar el aire me ha venido bien…- contestó ella
  • Me alegro.- repliqué sin mirarla
  • Espero que después de lo de esta noche puedo contar con tu ayuda para que mi hijo no sepa nada de lo que pasó- dijo ella bajando la cabeza.
  • ¿Te refieres que no sepa que eres una ladrona?- contesté
  • No me lo pongas más difícil por favor- suplicó ella
  • Esto es lo que vamos a hacer, yo no solo no le diré nada a Jorge si no que hablaré con mi madre para que puedas darle tu versión de los hechos y arreglar tu honor. Pero a cambio estarás a mi entera disposición para satisfacer mis deseos sexuales como y cuando quiera.- sentencié yo

Helena no contestó haciendo que el silencio volviera a reinar los últimos minutos de trayecto hasta llegar a su casa. Detuve el coche justo delante de su adosado y ella bajó del coche.

  • ¿Tenemos trato?- pregunté antes de que cerrara la puerta
  • Deja que me lo piense- dijo ella mirándome a los ojos

Volví a ver aquella mirada de sumisión y placer justo antes de escuchar el portazo. Inmerso en mil pensamientos y una agradable sensación de tranquilidad llegué a mi casa. Estaba muerto de cansancio y al tumbarme recuperé parte del mareo del coche, satisfecho y con una sensación extraña me dormí.

Me desperté varias horas más tarde algo desorientado y con un dolor de cabeza brutal, cuando resolví quien era y donde estaba empecé a intentar recordar como había llegado a casa. Y de golpe me vino a la cabeza todo lo que había pasado…¿o lo había soñado?. Instintivamente alargué el brazo buscando mi smartphone y vi que además de varias llamadas de mis amigos tenía un mensaje de Helena de hacía unos minutos. 

“Tenemos trato”




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