Chantaje a la madre de mi amigo. (4)

Capítulo 4: Un encuentro incómodo, un lavabo público y una manga pastelera.
Pasaron unos cuantos días en los que no tuve ningún contacto con Helena, su marido ya habría vuelto de su viaje y yo estaba distraído retomando mis citas con Aina. La verdad es que estaba bastante contento por como estaban yendo las cosas con mi antigua compañera de colegio y eso mantenía mi cabeza lejos de la tentación.

Durante las semanas siguientes hablé esporádicamente con Helena que se preguntaba si me había pasado algo. Me contó que el escozor anal que le había provocado en mi intento de incursión había resultado ser más grave de lo que parecía y que había tenido que ir al médico de escondidas para no levantar muchas sospechas en su marido Martín. Se me ofreció en varias ocasiones para “servirme en lo que quisiera” pero yo me mantuve en el buen camino rechazándolas todas, estaba convencido de que todo aquello quedaba atrás y que no se volvería a repetir.

Mi relación con Jorge no había cambiado, aparentemente, en nada puesto que él vivía en otra ciudad y apenas lo había visto un par de veces desde entonces. Pese a eso hablábamos casi todos los días y nos manteníamos al corriente de todas las novedades, bueno de casi todas.

Uno de esos días me dijo que venía a pasar el fin de semana a casa de sus padres y acordamos vernos en un macro centro comercial cercano a casa de Helena de cuyo nombre no quiero acordarme. La idea era que yo le acompañaba a cortarse el pelo allí a cambio de que él me acompañara a comprarle un detalle a mi nueva “novia” Aina que cumplía años en pocos días. Quedamos en la cafetería del centro comercial para tomar unas cervezas y ponernos al día antes de movernos.

Ese día llegó y yo, algo tarde como siempre, entraba a la cafetería apurado escudriñando las mesas para buscar a Jorge. Y lo hice con algo de sorpresa ya que no estaba solo, sus padres Helena y Martín estaban sentados junto a él haciéndome señas para llamar mi atención. Durante un par de segundos mi cara debió ser un poema ya que no me esperaba ver a la familia completa después de todo lo que le había hecho a la madre-esposa. Me sentí algo aliviado al ver que vestía una camisa tejana bastante ancha y abrochada hasta el penúltimo botón, así no me tendría que preocupar de controlar mis ojos.

Con el corazón un poco acelerado me acerqué a ellos poniendo todo mi empeño en hacer una actuación convincente, el problema era únicamente mío ya que ellos no podían sospechar por nada en el mundo lo que ocultábamos. Saludé al padre de Jorge muy educadamente, le di dos besos rápidos a Helena y saludé con un abrazo mutuo a Jorge puesto que hacía semanas que no lo veía. Me sentí bastante hipócrita por mostrarle afecto después de todo lo que le había hecho a su madre la cual nos miraba sonriendo como si todo aquello no le afectara.

- Pues mira Marc, les he dicho a mis padres que había quedado aquí contigo y se han empeñado en acompañarme y esperar conmigo hasta que llegaras.- me dijo Jorge excusándose
- Vaya, mi fama de impuntual se va extendiendo.- bromee yo algo nervioso
- No hombre, hemos venido hace una hora ya.- contestó él
- En realidad ha sido tu madre,- explicó Martín a Jorge- como dentro de unas horas sale mi vuelo me ha manipulado para salir a dar una vuelta.- bromeó acariciando la mejilla de Helena
- Es que llevas una temporada que pasas más días de viaje que en casa.- se quejó ella- Cuando no estás te echo de menos.- dijo tiernamente ella justo antes de lanzarme una mirada cómplice.
- Ya ves que mis padres no han cambiado,- se excusó Jorge- siguen siendo como dos críos.
Yo me reí como respuesta dándole la razón con la cabeza, cuando era pequeño me encantaba ir a casa de Jorge porque sus padres siempre preparaban juegos y fiestas y hacían excursiones a parques de atracciones.

- Bueno chicos si nos permitís un poco de intimidad…- dijo Jorge a sus padres medio en broma
- ¿Qué pasa, os cortamos el rollo?- preguntó Martín
- Vale Martín no intentes ir de moderno que no te sale.- dijo Helena levantándose- Vamos que tendrán que hablar de sus cosas, tu taxi llega en media hora y yo después quiero hacer algunas compras.
- Está bien eso, yo me voy de viaje de trabajo un sábado y tu mientras a comprarte ropa.- bromeó Martín.- Adiós chicos, sed buenos.- dijo despidiéndose con un beso de Jorge
Helena nos dijo adiós con la mano de una forma maternal antes de girarse y marcharse junto a su esposo, no pude evitar mirarle ese culo redondo embutido en unos tejanos oscuros y recordar que yo metí la mitad de mi glande en él. Allí me quedé con mi amigo notando la erección que me había provocado la puta de su madre. Pasaron los minutos y me fui tranquilizando, tanto que no nos dimos cuenta hasta tarde que ya no nos daba tiempo de hacer las dos cosas que habíamos venido a hacer puesto que en menos de una hora habíamos quedado con el grupo de amigos de siempre para cenar en el centro de la ciudad. Teníamos que separarnos, él se iría a cortar el pelo solo y yo me las apañaría para comprarle algo a Aina en menos de 40 minutos.

Mientras me dirigía a la tienda que me había recomendado Jorge noté vibrar el móvil en mi bolsillo. Era un mensaje de Helena.

«- ¿Estás solo?”

“- Sí, nos hemos separado durante un rato”

“- Te he visto algo nervioso antes”

“- Normal, lo raro es que tú no lo estuvieras”

“- ¿Yo? Tendrías que ver lo mojada que voy desde entonces…”

No contesté, no quería dejarme guiar al lado oscuro.

“¿No me contestas?=(

Mi voluntad se mantenía firme.

“ Video recibido”

Lo abrí instintivamente. Se veía el primer plano de un sujetador rojo tirado en el suelo de un probador de una tienda de ropa, después la vista se alzaba hasta enfocar el espejo en el que se reflejaba Helena aparentemente igual de vestida que antes.

“ Como te decía, te he visto algo tenso antes..”

Hablaba suave mientras sostenía el teléfono con la mano izquierda y se desabrochaba lentamente la camisa con la derecha.

“ No me gusta pensar que ha sido por mi culpa, he sido una mala esclava y me ofrezco para que me castigues cuando quieras para liberar tensiones.”

Al desabrocharse la camisa se podía ver que debajo llevaba una especie de top de licra blanco con amplio escote circular que le apretaba sus exuberantes pechos transparentando sus galletas oreo. Yo observaba atónito la pantalla mientras me sentaba instintivamente en un banco situado justo enfrente de mi tienda objetivo notando la molestia de la creciente dureza en mis pantalones.

“Toda esa tensión seguro que ha hecho que la polla de mi amo se haya puesto dura y hay que aliviarla”

Se relamía los labios mientras apretaba los pechos con sus brazos haciendo que sus pezones se aplastaran el uno con el otro provocando que yo me acercara cada vez más al lado oscuro. Tenía razón, todo aquello volvía a ser culpa suya y tenía que castigarla. Yo había intentado dejarla en paz y era ella la que me buscaba para que volviese a abusar de ella. Era un círculo vicioso, muy vicioso.

“Jorge se va mañana y voy a estar unos días sola en casa visítame cuando quieras… y si no puedes esperar yo estaré en el lavabo de la planta 4 en 5 minutos. Por si tienes alguna necesidad urgente.”

Me guiñó el ojo a través del espejo acabando así el video. Yo tenía la polla apunto de explotar, sabía que estaba mal y que era una pena volver a caer después de todo lo que había aguantado, pero también sabía que lo iba a acabar haciendo por mucho que intentara controlarme. Notaba el fuego creciendo en mi abdomen igual que mi polla en mis pantalones, claros síntomas de que el lado oscuro se estaba haciendo con el control.

Abandoné mi objetivo de comprarle el regalo a Aina y busqué como un loco algún panel informativo que me indicase en que planta me encontraba, lo hice rápidamente sorprendiéndome gratamente al ver que ya me encontraba en la planta 4 “todo para la mujer”. Mientras iniciaba mi búsqueda de los lavabos noté que me llegaba otro mensaje al móvil.

“- No sé si vas a venir pero en el lavabo de mujeres podemos echar el pestillo y hay espacio de sobras…Te espero con la boca abierta”

Yo lo leía mientras volaba camino a los servicios siguiendo las indicaciones de los paneles, estaba seguro de que no era buena idea ya que Jorge estaba en la planta de abajo y en unos treinta minutos empezaría a buscarme si no daba señales de vida. Estaba seguro, también, de que ya no había vuelta atrás porque su madre me estaba esperando a escasos metros dispuesta a aliviarme un calentón que ella misma había causado. Cualquier hombre heterosexual que esté leyendo esto podrá entenderme.

Encontré los servicios y me dirigí hacía la puerta que estaba debajo del cartel del muñeco con falda para encontrar una zona con varios lavabos con espejo en un lado y tres puertas en el otro. Dos de ellas estaban abiertas de par en par así que deduje que en la cerrada se encontraba Helena.

- Ocupado- escuché decir a la madre de mi amigo tras picar con los nudillos.
- Soy Marc- contesté brevemente
Se escuchó el ruido del pestillo de la puerta abrirse justo antes de ver a Helena, con la camisa abrochada, indicándome que entrara con cara de adolescente rebelde y volviendo a colocar el pestillo después. El habitáculo estaba destinados a personas con discapacidades físicas por lo que era amplio y parecía estar absolutamente limpio. Aproximadamente de 4×4 metros contaba con un retrete adaptado con una baranda especial y un lavabo con espejo situado mucho más abajo que los que habían fuera.

- Ya pensaba que no venías, estaba a punto de irme. Me ha dicho mi hijo que ahora tienes novia.- dijo ella intentando hacerse la ofendida mientras su mano derecha iba directa a mi paquete.
- ¿Estás celosa?- dije dejando el móvil en la pica del lavabo y desabrochándome los pantalones- tu hijo vendrá a buscarme en menos de media hora si no doy señales de vida así que debemos ir rápido.- expliqué mientras le empujaba del hombro hacia abajo para que se agachara delante de mi.
Ella no contestó, se limitó a liberar a Willy y a masajearlo suavemente de arriba abajo sin quitarle ojo de encima. Su lengua humedecía sistemáticamente sus labios a escasos centímetros de mi glande haciéndome notar su caliente respiración.

- Te he echado de menos,- susurró antes de besarme el frenillo- tu gran cabeza y tu duro y suave cuerpo.- siguió lamiendo mi glande antes de acariciar todo lo largo de mi pene con su mejilla- Tenía muchas ganas de que volvieras a llenar mi boca.- sentenció antes de engullir la mitad de un golpe.
- ¿Me hablas a mí o a mi polla?- dije yo acariciando su flequillo antes de empujar su cabeza contra mi abdomen.
Ella se recuperó rápido de la intrusión cogiéndome por las nalgas y manteniéndose ella misma con toda mi polla dentro de su garganta, yo le solté la cabeza a lo que ella contestó mirándome a los ojos. Era un auténtico regalo ver a la madre de mi amigo mirándome a los ojos con todo mi pene dentro de su boca, estaba extrañamente orgulloso de ella y sus progresos. Se mantuvo ahí durante unos instantes hasta que ya no pudo más y se retiró lentamente.

- Le hablo a mi ama,- contestó ella recuperando el aliento y desabrochándose la camisa- me encanta ver lo dura que se pone al verme.- sentenció antes de volverla a engullir compulsivamente propinándome gargantazos en mi glande.
- Mírate, al principio eras una esclava rebelde y contestona pero te has convertido en una buena chica obediente capaz de tragarse la polla de su amo sin la ayuda de nadie.- dije yo intentando sonar condescendiente
Seguro que tu novia no te hace estas cosas.- dijo ella orgullosa
Mi móvil se iluminó encima de la pica con un mensaje de Jorge.

“Yo ya estoy.

¿Ya has acabado?”

Pensé que no, que aún me quedaba un rato.

- Helena hay que darse prisa, tu hijo ya me busca y no me quiero quedar a medias.- dije algo nervioso
- Usa mi boca como quieras para correrte amo,- dijo ella metida en su papel- estoy preparada.- sentenció abriendo la boca.
- Ya veremos…- advertí yo clavándole mi estaca
Le recogí el pelo con las dos manos encima de su cabeza manteniéndola fija y, tras escupirle en la nariz, inicié un movimiento percutor parecido al de un martillo neumático con mis caderas. Mi mástil desaparecía dentro de la cabeza de Helena cada vez que mi pelvis chocaba con sus labios. Ella me miraba a los ojos con una mirada implorante pidiéndome que vaciara mis huevos en ella. Gemía de forma acompasada con los ruidos húmedos que provocaba su garganta al abrirse y cerrarse constantemente provocando que sus babas inundaran mi abdomen y chorrearan hacia su canalillo.

Tenía toda la razón, parecía estar preparada para aguantar cualquier cosa. Aquello me provocó un nuevo fuego dentro de mi que me volvió loco, mis embestidas hacia su boca eran salvajes y descontroladas introduciendo cada vez todo mi pene dentro de ella. Helena en cambio parecía no tener fin aguantando heroicamente toda aquella violencia.

“¿Marc?????????????

¿Dónde coño estás tío?”

La luz del móvil se activó como una alarma de peligro desconcentrándome por un instante.

- Ponla entre mis tetas,- dijo Helena tras quitársela de la boca al darse cuenta- me he comprado este top para ti.- prosiguió mientras se quitaba la camisa- Es perfecto para mantenerlas bien apretaditas alrededor de mi ama que sé que le gusta.- parecía ajena al peligro mientras la introducía por debajo del top haciéndola aparecer por su amplio escote.
- Oh Helena, definitivamente tus tetas son lo mejor de ti. Y eso que ahora la chupas de escándalo.- me sinceré yo
- Viniendo de ti me tomaré eso como un halago,- ironizó ella mientras se abrazaba a mis piernas haciendo que mi glande apareciera poderoso al lado de sus labios- aunque aún no has probado mi culo.- sentenció antes de metérselo en la boca.
Yo no contesté, estaba concentrado en descargar cuánto antes lo que llevaba dentro y el tacto suave y prieto de sus tetas junto con la humedad de su boca me estaban ayudando. Las apreté au´n más fuerte con mis manos deleitándome de su tacto a través de la licra.

El sonido de una llamada entrante en mi teléfono interrumpió el momento. Era Jorge y tenía que contestar así que solté las tetas de su madre y sin sacar mi polla de aquella deliciosa cárcel cogí el teléfono.

- ¿Si?- dije yo dubitativo
- ¿Marc? ¿Qué haces, dónde estás?- respondió Jorge
- Estoy en la tienda que me has dicho.- dije intentando hacer tiempo
- Pues yo también y no te veo.
Estaba jodido.

- Vale, no estoy allí… estoy en el lavabo.- contesté yo apurado.
Helena parecía importarle una mierda que su hijo pudiera pillarnos, eso o que todo aquello le parecía excitante. Se las había apañado par sacar mi pene de entre sus tetas y ahora se dedicaba a besarlo de arriba a abajo quedándose un buen rato a cuidar de mis gemelos colgantes.

- ¿Coño y por qué no me lo dices?- dijo Jorge extrañado
- Es que algo me ha sentado mal y he tenido que correr, sinceramente no quiero que nadie me vea ahora mismo.- me excusé
- Que “pringao” eres a veces,- se rió Jorge- Voy para allí. ¿Te queda mucho?
- Eh no, en seguida salgo. ¡Pero no vengas cabrón!- le dije yo
- Vale vale, te espero aquí.- dijo Jorge antes de colgar.
Volví a dejar el teléfono encima del lavabo sabiendo que no me iba a esperar allí ni de coña. Helena me miraba a los ojos como divirtiéndose mientras me pajeaba a dos manos esperando instrucciones.

Tu hijo viene para aquí y a ti te da igual , ¿no?- le pregunté alterado
No creo que te busque en el servicio de señoras, lo he educado bien. ¿Te vas a correr ya o qué?- preguntó acelerando la intensidad de su masaje.- Por favor, amo, quiero que me des tu leche.- susurró antes de acercar sus labios a mi glande- He sido una buena chica y me merezco mi premio.
Yo estaba a punto de explotar pero el saber que lo iba a hacer con su hijo al otro lado de la puerta parecía bloquearme de alguna forma. Los ojos de Helena me pedían que le soltara toda mi carga encima y un rayo de rencor volvió a recorrer mi cuerpo. Me había vuelto a dejar manipular hacia el lado oscuro y estaba en ese marrón por su culpa. En realidad yo tenía gran parte de esa culpa pero en ese momento no estaba dispuesto a reconocerlo. Quería utilizar ese rencor para superar ese bloqueo y poder salir de allí de una vez.

Le aparté bruscamente las manos de mi herramienta y agarrándola por el cuello le empotré la cabeza contra la taza del váter dejando su redondo culo a la altura de mi polla.
- Desabróchate el pantalón.- ordené yo

Ella no contestó, se limitó a obedecer con su sumisa cara aplastada contra la fría tapa del wc. Con mi mano libre le bajé los pantalones dejando sus dos orificios a mi alcance, estaba claro que si le violaba el ano Helena iba a gritar demasiado y Jorge nos pillaría rápido. Sin pensármelo dos veces penetré su jodidamente húmedo coño, al instante se escuchó un violento gemido de Helena que disfrutaba de verse abusada en aquél frío lavabo público.

- No grites tanto puta.- susurré- Contrólate o tu hijo nos pilla.
Ella no contestó, se limitó a sonreír sin dejar de gemir ajena a todo peligro. Alargué mi brazo agarrando el rollo de papel higiénico para metérselo en la boca rápidamente con la esperanza de que aquello amortiguara el ruido. Y funcionó bastante bien, tanto que conseguí evadirme de toda presión y disfrutar del momento y de las vistas que tenía delante de mi. Mi polla entraba y salía brutalmente de aquél orificio mientras mi pelvis golpeaba sus nalgas y su cara se frotaba contra el wc aplastada por mi mano que la mantenía fija.

Estaba cerca de correrme y el apretado ano de la madre de mi amigo llamaba demasiado mi atención como para ignorarlo. Seguí bombeando contra su coño mientras mi dedo pulgar acariciaba su agujero superior, instintivamente dejé caer un poco de saliva lubricándolo mientras notaba que el momento de soltar mi carga era inminente. Apurado la saqué de su coño para meter la puntita en aquél ansiado ano, ella se dio cuenta al instante y se intentó apartar pero yo era más fuerte y la tenía bien agarrada. Notando el prieto ano de Helena en mi glande me masturbé efímeramente antes de inyectar chorro a chorro todo mi semen en el culo de la madre de mi amigo. Literalmente vacié mis huevos en su ano antes de sacar mi polla como quien saca una manga pastelera de un bollo relleno de crema. Su, ahora dilatado, agujero chorreaba mi leche manchando el suelo, era una imagen digna de recordar.

- Tu hijo no se merece tener una madre como tu,- susurré quitándole el rollo de papel de la boca e intercambiándolo por mi morcillón pene.

Ella me miraba feliz limpiándomelo con su boca de todos sus fluídos.

- Disfrútalo, ya no habrá más. Jorge no se merece esto- dije yo guardándome avergonzado mi menguante pene en los pantalones
- Bueno, ya veremos…- dijo ella amenazante
Me sentía verdaderamente mal por todo aquello, era la primera vez que no entraba aquella agradable paz. Helena me estaba utilizando en un círculo vicioso de rencor y sumisión. Cuanto más quería humillarla más cachonda se ponía y viceversa.

La dejé allí disfrutando de su botín y me dirigí hacia fuera intentando ser sigiloso, no quería encontrarme a Jorge de cara justo al salir del servicio de señoras. Eso es precisamente lo que pasó.

- ¿Qué haces en el de tías?- preguntó Jorge flipando
- ¿Eh? yo que sé tío venía muy apurado- me excusé intentando alejarle de allí
- ¿La has liado mucho?- preguntó él riendo a punto de entrar
- ¡No!- grité instintivamente- No quieres entrar ahí…- dije imaginando lo que pasaría si lo hacía
- ¿Tan mal hueles?- bromeó
- Será que tu mierda huele bien.- contesté yo poniéndole el brazo por encima del hombro amistosamente y llevándomelo de allí.
Nos fuimos caminando hacia el parking mientras le explicaba que no había encontrado nada para Aina y me inventaba una historia creíble para el resto. Sentí que estaba dando más explicaciones de las que él me pedía así que me obligué a cerrar la puta boca.

Nos dirigimos hacia el restaurante y nos encontramos con el resto del grupo que nos preguntaron el motivo de nuestra tardanza.

- Ha sido Marc que un poco más y se caga encima.- empezó a burlarse Jorge mientras explicaba la historia.- Me lo he encontrado saliendo del lavabo de señoras con cara de haberse quedado vacío.
- Vete a la mierda,- contesté yo
“Si tu supieras…” pensé con una sonrisa.

Nos sentamos en la mesa reservada y empezamos a contarnos como nos iba la vida en general. La conversación llevó a recordar una película que habíamos visto en la que los personajes eran un grupo de amigos que después de bastante tiempo sin verse se volvían a encontrar en una cena. En esa película decidían poner los teléfonos de cada uno de ellos boca arriba encima de la mesa y la idea era leer en voz alta todos los mensajes que llegaran. Creyeron que podía ser divertido hacerlo aquella inoportuna noche.

Yo evidentemente me opuse pero fui una clara minoría así que con reticencias accedí. Y al principio todo fue bien, llegaron algunos mensajes insulsos sin importancia. Hasta que pasadas un par de horas mi móvil se encendió. Todo el grupo se emocionaba cada vez que llegaba alguno, sobretodo si no era tu móvil. Alargué el brazo para cogerlo pero Jorge estaba más cerca y lo hizo antes que yo empezando a leer en voz alta el texto.

- No puedo pensar en ti sin tocarme- leyó mecánicamente
Se hizo un silencio en la mesa durante unos segundos hasta que todos empezaron a reír y gritar celebrando la llegada del primer mensaje sabroso de la noche. Yo me puse rojo al instante. Sabía perfectamente que era de su madre. Por suerte no aparecía nombre alguno y Jorge no tenía forma de desbloquear mi móvil.

- ¿De quién es?- preguntó un amigo
- No sale ningún nombre,- explicó Jorge- además el mensaje sigue pero no puedo leerlo.
- Ni lo vas a hacer,- dije yo rápidamente- eso ya es privado.
Mis amigos empezaron a abuchearme al grito de “aguafiestas” y algún que otro “follamadres”. Éste último lo utilizábamos bastante cuando queríamos insultarnos en broma entre nosotros. En este caso era jodidamente cierto.

- Tiene razón, si yo tuviera novia tampoco querría leer sus mensajes guarros.- me defendió Jorge pasándome mi teléfono.- Le debes dar bien fuerte si te dice esas cosas, estoy orgulloso de ti hermano.- me dijo poniendo el puño para que se lo chocara con el mío.
- Se hace lo que se puede…- contesté yo mientras le devolvía el gesto
Me sentí muy culpable de nuevo por todo aquello pero algo aliviado al ver que la conversación giraba hacia el tema de mi novia y que mi móvil estaba a salvo en mi bolsillo. La cena prosiguió su curso y derivó en la decisión de ir a una discoteca cercana con la idea de «hacer una copa de tranquis». Y como pasa siempre acabó en un desfase de alcohol que hizo que Jorge acabara como un zombie. Eran las 3:30 de la madrugada y apenas podía mantenerse en pie por lo que me vi en la obligación de llevarlo a casa para que durmiera la mona. Yo iba algo bebido también pero controlaba lo suficiente como para caminar unos 20 minutos con mi amigo zombie.

Fueron algo más de 20 puesto que su estado hacía que cada dos por tres tuviéramos que detener nuestra caminata para que Jorge vomitara todo lo que había bebido, intercalaba esos desagradables momentos con discursos emotivos sobre lo buen amigo que era influenciados por su estado. Al final conseguí guiarlo hasta la puerta de su casa y tras una larga búsqueda Jorge consiguió encontrar las llaves pero era absolutamente incapaz de abrir la puerta puesto a que un sueño profundo pareció atacarle y se desplomó en el suelo.

- ¡Ey grandullón que esta no es tu cama!- dije yo despertándole y ayudándole a levantarse

No me contestó, simplemente se levantó y se apoyó en mi. Estaba claro que me tocaba llevarlo hasta la cama, ¿Qué podía hacer? Me estaba follando a su madre.

Lo llevé hasta su habitación y lo dejé tirado encima de la cama, tras farfullar cuatro palabras se quedó frito roncando como un señor mayor. En silencio salí y me quedé pasmado en el pasillo de su casa. De golpe me di cuenta que Helena estaba a escasos metros y eso a mi polla parecía despertarle una dureza instantánea.

En ese momento recordé que tenía un mensaje suyo que no había leído, instintivamente me abalancé sobre mi teléfono para leerlo.

“No puedo pensar en ti sin tocarme, sé que está muy mal lo que hacemos y que a Jorge lo mataría si se enterara pero necesito saber que podré volver a sentir tu polla dentro de mi. A partir de mañana estoy sola en casa, soy toda tuya.”

Un chute de adrenalina recorrió mi cuerpo al decidir lo que hacer en aquél momento, probablemente Helena estaría dormida pero eso no iba a pararme en aquel momento, lo notaba en mis entrañas era algo químico, necesitaba entrar en su habitación y abusar de ella mientras mi mejor amigo, su hijo, dormía la mona en la habitación del al lado.



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